ARGUMENTO: “Lo natural es bueno y lo que no es natural es malo”

RESUMEN: ¿Por qué hay personas que se empeñan en defender el error de afirmar que existe lo «no natural»? ¿las cosas y acciones «naturales» son buenas y las cosas y acciones «no naturales» son malas? ¿qué es una teleología? ¿qué es la falacia de apelación a lo natural? Éstas son algunas de las preguntas a las que aquí voy a responder.

Todo lo existente es naturaleza y natural, por tanto lo «no natural», «antinatural» o «contra natura» no existe. La conciencia no es un fenómeno «no natural» o «sobrenatural», sino que es un fenómeno natural que emerge de la materia (de un cerebro). Por tanto, todas las cosas fabricadas por la conciencia son naturales, pero se dice que son «artificiales». Asimismo, todas las acciones que efectúa la conciencia son naturales. Incluso asumiendo la falsedad de que existen cosas «no naturales», no es cierto que las cosas «naturales» sean buenas y que las cosas «no naturales» sean malas, pues lo bueno y lo malo no está en el objeto en sí, sino en si dicho objeto satisface los intereses de los sujetos. Asimismo, las acciones de las personas no son buenas o malas en base a una «finalidad natural» preasignada por una «naturaleza humana», «naturaleza canina», etc., pues todos nuestros fines son naturales, otro asunto diferente es si dichos fines son éticamente correctos o éticamente incorrectos.

Palabras clave: apelación a lo natural, contra natura, esencia, naturaleza humana, no natural, teleología

Lo “no natural”

1. El argumento según el cual «lo “no natural” existe», ya está rebatido en otro artículo.

En un artículo anterior rebatí la «falacia de lo no natural»: demostré que todo lo existente es naturaleza y natural, por tanto lo «no natural», «antinatural» o «contra natura» no existe.[1] Por lo tanto, la conciencia es un fenómeno natural que emerge de la materia (de un cerebro). La conciencia no es un fenómeno «no natural» ni «sobrenatural». Por lo tanto, todas las cosas fabricadas por la conciencia son naturales, pero se dice que son «artificiales» porque alguien las creó, no se crearon automáticamente. Asimismo, todas las acciones que realiza la conciencia son naturales. Algunas personas insisten en defender el error de que existe lo «no natural» para así poder asociar lo «natural» con bueno y lo «no natural» con malo; tanto para cosas como para acciones. Dicha asociación de ideas es lo que yo llamo «apelación a lo natural». La apelación a lo natural es el intento fallido de querer fundamentar el deber ético en una religión creacionista que pretende asignar funciones o roles a quienes existimos para que la sociedad no cambie, para que quienes tienen privilegios no los pierdan. Políticamente, la apelación a lo natural es una idea del derechismo conservador.

Cosas naturales

2. Algunas personas que erróneamente afirman que existe lo «no natural», dicen que «LAS COSAS naturales son buenas y las cosas «no naturales» o artificiales son malas».

Apelación a lo naturalTodo es naturaleza y natural[1], pero algunas personas dicen que las cosas fabricadas por los humanos no son naturales, sino «no naturales» o «artificiales». Por ejemplo, dicen que las ciudades no son naturales, sino «no naturales». A veces estas personas hacen excepciones con aquello que los humanos fabrican artesanalmente, pero sin precisar mucho. Por ejemplo, dicen que «una casa fabricada con barro y paja es natural, pero si está fabricada con cemento entonces no es natural».

A partir de dicha «definición» arbitraria de qué es «natural» y qué es «no natural», estas personas llegan a la conclusión de que «lo que es natural es bueno y lo que no es natural es malo»; a este argumento se le llama «apelación a lo natural» (para objetos) o Argumentum ad Naturam. Por ejemplo, como consideran que los suplementos alimenticios son «no naturales» entonces concluyen que son malos para la salud o éticamente incorrectos y los rechazan[2], sin embargo, según estas personas, las setas venenosas son naturales (no fabricadas por los humanos), pero no dicen que sean buenas.

Como ya expliqué en otro artículo, lo bueno y lo malo no está en el objeto en sí, por eso da igual si un objeto es «natural» o «no natural», sino en si dicho objeto satisface los intereses de los sujetos.[3] Por ejemplo, un suplemento alimenticio, un medicamento, un quirófano, o lo que sea, será bueno para la salud de alguien si éste quiere mejorar su salud y dicho objeto se la mejora; y una seta venenosa será mala para una alguien si éste no quiere intoxicarse y se intoxica, no en base a que la seta sea «natural» o «no natural».

Acciones naturales

3. Algunas personas que erróneamente afirman que existe lo «no natural», dicen que «LAS ACCIONES naturales son buenas y las acciones «no naturales» son malas».

Todas las acciones son naturalesTodo es naturaleza y natural[1], pero algunas personas dicen que cada especie tiene una «naturaleza» o «esencia» que determina los «fines naturales» o funciones de cada uno de los individuos que la componen. Y concluyen diciendo que las acciones que se ajustan a la «naturaleza» de cada ser son «naturales» y que las acciones que no se ajustan a la «naturaleza» de cada ser son «no naturales», «antinaturales» o «contra natura», indistintamente. Dicha idea se llama «teleología».

A partir de la idea de teleología se añade el argumento de apelación a lo natural (para acciones), según el cual las acciones «naturales» son racionales, buenas y éticamente correctas, y las acciones «no naturales» son irracionales, malas y éticamente incorrectas. El representante más destacado de la teleología y de la apelación a lo natural (para acciones) es Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.) y su ética de la virtud. Posteriormente, Tomás de Aquino (1225-1274) añadiría a la teleología aristotélica la parte teológica o religiosa: un supuesto «dios» creó todo con un «plan divino», asignando a cada ser una «naturaleza» o «esencia» con unas funciones naturales, racionales y éticamente correctas que debe cumplir por obediencia a «dios»[4]; y otros dicen esto mismo, pero convirtiendo a «dios» en la «Madre Naturaleza», en «Gaia», etc.

Todas estas personas suelen decir que «todos los seres de la misma especie tienen la misma “naturaleza”», por eso hablan de acciones de acuerdo a la «naturaleza humana», acciones de acuerdo a la «naturaleza canina», etc., como si todos los seres de una especie fueran esencialmente iguales, lo cual es usar la falacia ecológica[5] y negar el mecanismo de la evolución biológica de las especies que demostró Charles Darwin[6]: individuos de una misma especie van siendo diferentes, generando otras especies tras millones de años. Estas personas dicen que «los humanos deben comportarse de acuerdo a la «naturaleza humana»», lo cual les diferencia de quienes dicen que «los humanos deben comportarse como se comportan animales de otras especies»[7]

En la combinación de teleología y apelación a lo natural se utiliza la falacia lógica, denunciada por David Hume, pues se infiere el deber (normas) a partir de una descripción de lo que es «natural» y «no natural», en lugar de a partir de los intereses de las personas.[8] Por ejemplo, los religiosos que afirman que «la «naturaleza humana» es heterosexual, por tanto debemos ser heterosexuales», en la misma línea que quienes afirman que «la «naturaleza humana» es bisexual, por tanto debemos ser bisexuales», ambos usan el mismo argumento. En el artículo «¿Qué es el especismo?» David Oliver explica la relación existente entre la idea de la «naturaleza del ser» y el especismo (y otras discriminaciones arbitrarias). A continuación dejo más información sobre la teleología y su historia.

Mostrar historia de la teleología

La idea de que «todo en la naturaleza tiene un propósito» se llama «teleología» y ya estaba en el antiguo pensamiento griego —recordemos la teoría de la reminiscencia de Platón—. Aproximádamente en el año 350 a.C, Aristóteles (384 a.C. – 322 a.C.)  incorporó la teleología a su sistema filosófico y esta idea continuó en el pensamiento occidental durante más de 1700 años.

En su libro «Ética a Nicómaco», Aristóteles distingue entre la justicia legal o convencional y la justicia natural: «que en todo lugar tiene la misma fuerza y no existe porque la gente piense esto o aquello» (Libro V, cap.7). De esta manera, Aristóteles defiende que el mundo o naturaleza está ordenado racionalmente, y posee valores éticos y propósitos que son partes integrales de su misma naturaleza, es decir, cada cosa tiene su propio lugar y sirve a un propósito especial propio. Según la teología —no según Aristóteles—, el supuesto «orden racional» de la Naturaleza que describe Aristóteles es obra de Dios, es decir, es un «plan divino» y, por lo tanto, las cosas deben ser así como son.  Según la teología, Dios habría dotado a los humanos de racionalidad para poder comprender su plan divino: «menospreciar el dictado de la razón es equivalente a condenar el mandato de Dios» (Tomás de Aquino, «Suma Teológica»). Por ello, tanto el creyente como el no creyente pueden acceder a la razón y seguir sus directivas. Ambos funcionan como agentes éticos de la misma manera, a pesar de que la falta de fe de los no creyentes les impida comprender que Dios es el supuesto autor de dicho orden racional en el que participan y que sus propios juicios éticos expresan.

Teleología y discriminación arbitraria

En Libro V, capítulo 7, de «Ética a Nicómaco» Aristóteles distingue entre la justicia legal o convencional y la justicia natural «que en todo lugar tiene la misma fuerza y no existe porque la gente piense esto o aquello». De esta manera, Aristóteles defiende que el mundo o Naturaleza está ordenado racionalmente, y que posee finalidades y valores morales que son partes integrales de su misma naturaleza, es decir, cada cosa tiene su propio lugar y sirve a un propósito especial propio. Por lo tanto, Aristóteles basó su ética y su política en una ontología (en el ser). Mediante esta idea, Aristóteles justificó ética y políticamente el sexismo, la xenofobia, el especismo y la esclavitud[4]:

«La naturaleza ha fijado por consiguiente la condición especial de la mujer y la del esclavo. La naturaleza no es mezquina como nuestros artistas, y nada de lo que hace se parece a los cuchillos de Delfos fabricados por aquellos. En la naturaleza, un ser no tiene más que un solo destino, porque los instrumentos son más perfectos cuando sirven, no para muchos usos, sino para uno sólo. Entre los bárbaros, la mujer y el esclavo están en una misma línea, y la razón es muy clara; la naturaleza no ha creado entre ellos un ser destinado a mandar, y realmente no cabe entre los mismos otra unión que la de esclavo con esclava, y los poetas no se engañan cuando dicen: «Sí, el griego tiene derecho a mandar al bárbaro», puesto que la naturaleza ha querido que bárbaro y esclavo fuesen una misma cosa.

Estas dos primeras asociaciones, la del señor y el esclavo, la del esposo y la mujer, son las bases de la familia, y Hesíodo lo ha dicho muy bien en este verso: «La casa, después la mujer y el buey arador;» porque el pobre no tiene otro esclavo que el buey. Así, pues, la asociación natural y permanente es la familia, y Carondas ha podido decir de los miembros que la componen «que comían a la misma mesa», y Epiménides de Creta «que se calentaban en el mismo hogar.» Aristóteles, Política. Libro I, capítulo 1.

«En la naturaleza, un ser no tiene más que un solo destino, porque los instrumentos son más perfectos cuando sirven, no para muchos usos, sino para uno solo… porque la naturaleza de una cosa es precisamente su fin, y lo que es cada uno de los seres cuando ha alcanzado su completa realización se dice que es su naturaleza propia». (Aristóteles, Política, fragfn., 1252 a-b)

«De modo que hay que pensar evidentemente que, de manera semejante, las plantas existen para los animales, y los demás animales para el hombre: los domésticos para su servicio y alimentación; los salvajes, si no todos, al menos la mayor parte, con vistas al alimento y otras ayudas, para proporcionar vestido y diversos instrumentos. Por tanto, si la naturaleza no hace nada imperfecto ni en vano, necesariamente ha producido todos esos seres para el hombre». Aristóteles, «Ética a Nicómaco»

Teleología y esclavitud

Desde Tomás de Aquino (1225-1274), máximo representante de la teología dominica y en general de la escolástica, la Iglesia católica basó su dogma en las ideas de Aristóteles, pero añadiéndo que dicho «orden natural» es la creación racional de Dios y que, por lo tanto, es un orden bueno (Naturaleza = creado por Dios = bueno) que debemos respetar si no queremos ser condenados; de ahí que la Iglesia católica condene como antinatural o contra natura a «todas» aquellas acciones que vayan contra dicho supuesto «orden divino». Los expertos en teleología (también los podríamos llamar teólogos, pues estos estudian la finalidad de la «creación de Dios») han llegado a justificar la esclavitud en nombre de la ley natural de Dios. En 2007 Fernando Vallejo publica el libro «La Puta de Babilonia» en el cual se puede leer la siguiente cita de la Instrucción número 1293 de la Sacra Congregación del Santo Oficio del 20 de junio de 1866, bajo el pontificado de Pío IX (1792-1878):

«[…] la esclavitud misma, considerada en sí y en términos absolutos, en modo alguno repugna a la ley natural y divina, y puede haber muchas justificaciones para la esclavitud como se puede ver consultando los teólogos e intérpretes aprobados del canon sagrado. Porque el dominio que tiene un amo respecto a un esclavo no se debe entender más que como el perpetuo derecho de disponer aquel, para su provecho, del trabajo del siervo, siendo legítimo que una persona le ofrezca dicho dominio a otra. De esto se sigue que no repugna a la ley natural y divina que un esclavo sea vendido, comprado, cambiado o regalado, en tanto esta venta o compra o cambio o regalo, se observen las condiciones que aquellos autores aprobados ampliamente siguen y explican. (…) Usualmente los esclavos que han sido reducidos a la esclavitud injustamente tienen derecho a huir; pero no los esclavos que estén bajo una esclavitud justa, salvo que el amo los quiera inducir a algún pecado o sean tratados inhumanamente». Instrucción número 1293 de la Sacra Congregación del Santo Oficio del 20 de junio de 1866. pp. 125-126

Otras personas, en lugar de decir que Dios es el creador de la Naturaleza, convierten a la Naturaleza en Dios, diciendo: «La Naturaleza es Dios» o «Todo es Dios». A esta idea se la llama panteísmo. El panteísmo es propio, por ejemplo, del movimiento new age, el cual suele llamar a la naturaleza como Gaia, Pachamama, Madre Tierra, Madre Naturaleza, Pangea, etc. y asociarla con un supuesto «equilibrio natural» o «armonía» al que debemos prestar reverencia y respetar. Por lo tanto, si «La Naturaleza es Dios» y «Dios es bueno» entonces «la Naturaleza es buena» (Naturaleza = Dios = bueno).

Algunas personas afirman que DEBEMOS vivir tomando como modelo de referencia a cómo ES la «naturaleza»[2], a este argumento se le conoce como apelación a lo natural: todo debe ocurrir de acuerdo a la naturaleza, los humanos no deben cambiar el orden establecido. Estas personas toman a la naturaleza como punto de referencia de la Ética porque la asocian a un estado ideal o deseado del ser, a un orden natural o equilibrio natural en el cual cada cosa y persona tiene un propósito (en griego «telos») y se encuentra situada en el lugar que le corresponde para satisfacerla. En este sentido, la apelación a lo natural guarda una fuerte relación con la apelación a la tradición, según la cual todo debe ser como es.[9] De esta manera, la apelación a lo natural defiende un determinismo valorativo para las cosas («todas las cosas naturales son buenas») y un determinismo ético para las acciones («debemos comportarnos de manera natural, es decir según nuestra naturaleza, pues eso es lo éticamente correcto»). A la idea de que todo, según su naturaleza o esencia, tiene un fin o propósito (causa final) que constituye su razón, explicación o sentido se la llama teleología.(1)

El argumento de apelación a lo natural sigue el siguiente proceso:

1º.- Parte descriptiva: se describe o establece cómo ES la realidad, asignando a cada cosa una naturaleza o esencia, y una finalidad o propósito. Un ejemplo sería decir que las mujeres tienen una matriz cuya finalidad es parir hijos, por lo tanto parir hijos es natural para una mujer, y no tener hijos es no natural, antinatural o contra natura.

2º.- Parte ética: haciendo uso de la falacia lógica[8] se defiende que cada cosa DEBE hacer lo que ES, es decir, respetar su propia naturaleza o esencia, y cumplir con su finalidad o propósito ¿por qué? porque es lo racional, la voluntad de Dios o de la Madre Naturaleza; a riesgo de ser castigados. Por ejemplo, decir que las mujeres deben tener hijos porque esa es su finalidad natural, pues si no los paren harían algo malo; por lo tanto esterilizarse sería destruir la esencia de la mujer (o del hombre) que le permite el propósito de tener hijos, por lo que estaría mal y no se debería permitir.

Este proceso puede generar diferentes «éticas» teleológicas. El siguiente podría ser un ejemplo:

Teleología y homosexualidad

Según una posible teleología, la «naturaleza humana» es heterosexual porque los órganos sexuales tienen la finalidad de la reproducción, por lo tanto la homosexualidad sería una acción «no natural», «anti natural» o «contra natura», y por lo tanto irracional y mala. Los religiosos añadirán que un supuesto «dios» o la «Madre Naturaleza» diseñó (plan divino) y creó el aparato genital humano con la «finalidad natural» de ser utilizado para orinar y para la reproducción; por lo tanto juzgarán a la homosexualidad como una actividad «contra natura». Por ejemplo, en el artículo 2357 del Catecismo de la Iglesia Católica puede leerse lo siguiente:

«La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que: «los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso». artículo 2357 del Catecismo de la Iglesia Católica

La Iglesia Romana Católica usó el mismo argumento con la invención de los anteojos o gafas, diciendo que era «contra natura» usar la nariz para sujetarlas y que por lo tanto era malo y condenable.

La teleología es una idea anticientífica

A partir de la Edad Moderna, sobretodo gracias a Charles Darwin (1809-1882), la idea de la teleología fue perdiendo fuerza, y con ello también fue perdiendo fuerza la idea de que el humano nace con una finalidad (la vida contemplativa, según Aristóteles). El libro «The Origin of Species» («El origen de las especies») (1859) supuso una revolución. En él Darwin explicó que la vida actual no es la creación de un Dios sino el resultado de la evolución por selección natural durante millones de años. Llegó a esta conclusión basándose en una idea de Thomas Malthus (1766-1834) de su «Ensayo sobre el principio de la población» (1798), en los textos de Charles Lyell (1797-1875) sobre geología y en observaciones de seres vivos. Darwin postuló el principio de que «los individuos de una especie que obtienen de una serie de rasgos aleatorios (mutaciones) una superior capacidad adaptativa (eficacia biológica) que otros miembros de la misma especie con los cuales compiten por el alimento serán los que transmitirán su carga genética a las siguientes generaciones, logrando así, a lo largo de mucho tiempo, la variación de las especies sobre la tierra».

«Existen organismos que se reproducen y la progenie hereda características de sus progenitores, existen variaciones de características si el medio ambiente no admite a todos los miembros de una población en crecimiento. Entonces aquellos miembros de la población con características menos adaptadas (según lo determine su medio ambiente) morirán con mayor probabilidad. Entonces aquellos miembros con características mejor adaptadas sobrevivirán más probablemente.» —Charles Darwin, «El Origen de las especies»

Como puede verse, la explicación de Darwin es naturalista y eficientista. No explica la variación de las especies con base a unos fines determinados los cuales se persiguen. Esto iba en contra de la doctrina creacionista y teleológica defendida por la iglesia, lo cual provocó el rechazo desde este ámbito. La explicación tradicional, en la que se ridiculiza la pretensión de Darwin de que el hombre procedía del mono, no fue más que una estratagema de la iglesia para ocultar el verdadero punto de ataque que suponía esta nueva teoría. A partir de entonces, se consideró que la explicación por causas finales era antropomórfica, pues del hecho de que el hombre conozca por causas finales no se deriva que el universo funcione con este principio. Por ejemplo, la lluvia no tiene la finalidad de dar de beber a las plantas y a los animales, sino que es al revés, el agua es una condición necesaria para que las plantas y los animales existan. Igualmente, quienes no son humanos no existen para servir a los humanos, como a veces suele escucharse. Desde entonces, se sustituyó la explicación teleológica del cosmos por la explicación mecanicista, que intentará explicar el mundo por causas eficientes en lugar de por causas finales. Esto es lo que posibilitó el nacimiento de la ciencia moderna.

Richard Dawkins - ¿Por qué estamos aquí? (completo)

A veces se dice que el propósito de la vida es ser feliz. No está muy claro qué es eso de la «felicidad», pues se pone como un objetivo a largo plazo y además puede tener vuelta atrás. No hay ningún fin (telos) en la vida pues somos libres de querer lo que queramos. Como dijo Alice Walker: «Los animales existen en el mundo por sus propias razones. No fueron hechos para el ser humano, del mismo modo que los negros no fueron hechos para los blancos, ni la mujer para el hombre». Además, la felicidad debe estar subordinada a la Ética, pues ser feliz haciendo el mal a los demás es éticamente incorrecto.

Una vez rebatida la idea de la teleología que dice que todo tiene una finalidad, los juicios morales ya no podran ser verdaderos o falsos según se ajuste o no se ajuste cada cosa y cada quien a su finalidad. La nueva explicación mecanicista del cosmos separó el lenguaje descriptivo, que habla sobre lo que ES, del lenguaje prescriptivo o normativo, que habla sobre lo que DEBE ser. La apelación a lo natural pretende convertir un supuesto hecho «natural» en un deber ético, cayendo en la falacia lógica.[8]

 

Apelación a lo natural y primitivismo

4. Desde la falacia de la apelación a lo natural se llega a la defensa del primitivismo.

La errónea creencia de que existe lo «no natural» (falacia de la naturaleza) lleva a defender la apelación a lo natural, tanto para cosas como para acciones. Algunas personas dan por buenas estas falacias y van un paso más allá: defienden el primitivismo, el cual consiste en decir que «debemos rechazar la tecnología porque “no es natural”» y apelan a vivir de manera primitiva.[10]

Bibliografía

– Bonnardel, Yves. «Para terminar con la idea de Naturaleza, reanudar con la ética y la política», 2005.
– Aristóteles. Política.

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2 Comments

  1. Nacho V 18 marzo, 2021
    • David Díaz 3 abril, 2021

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