ARGUMENTO: «El respeto a los animales es algo reciente»

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Algunas personas dicen que «el veganismo es algo reciente, nunca ha existido una cultura vegana, por lo tanto no debemos ser veganos». Estas personas desconocen que el respeto a los demás seres sintientes que hoy promovemos los veganos ya estaba presente de manera parecida (no igual) en culturas milenarias como el jainismo. De todas maneras, la ideologías siempre tienen una fecha de comienzo y ésta no da la razón, sino que la razón la da el basarse en la Realidad, que es una sola.[1] A continuación hablaré sobre el jainismo y su relación con los demás seres sintientes.

El jainismo es una religión no teísta de la India, fundada en el siglo VI a.C. por Mahāvīra, porque éste rechazó el sistema de castas, la autoridad de los cuatro textos Vedas (textos épico-mitológicos, pero no filosóficos), la autoridad de la casta sacerdotal (los brahmanes) y también rechazó los sacrificios rituales. El jainismo es una religión nastika (religión no teísta), es decir, lo contrario a religión ástika («espiritualista», en sánscrito). Nastika es un término utilizado en el hinduismo para referirse a las escuelas filosóficas y movimientos religiosos que no aceptan la autoridad de los cuatro Vedas como la verdad suprema, haya sido esta revelada o no. Hay unos cuatro millones de jainistas en la India, sobre todo en el área de Bombay.

Puedes conocer la explicación del símbolo del jainismo pinchando aquí. La swastika fue utilizada en el siglo XX por el mal llamado «nacional socialismo», el nazismo. Los teóricos nazis asociaron la esvástica con sus tesis que afirmaban la ascendencia cultural del pueblo alemán de la llamada raza aria. Los nazis creían que los primeros arios de la India, de cuyas tradiciones védicas surge la esvástica, fueron el prototipo de invasores de raza blanca, cooptando así el símbolo como un emblema de la supremacía blanca. En su libro «Mein Kampf», Hitler se refirió a la esvástica como el símbolo de la «lucha por la victoria del hombre ario». Es habitual que la derecha política, en este caso la derecha conservadora, utilice símbolos y palabras de la izquierda (como «socialismo») y de otras ideologías para cambiarles su significado (generalmente para darles el significado contrario), para así confundir y manipular a las masas. Otro ejemplo de esto sería PECTA que usa siglas en semejanza con la organización PETA.

El jainismo sigue el principio Áhimsa (no violencia) lo que lleva a sus miembros a adoptar una alimentación vegetariana estricta y a tratar a todos los seres con empatía y amabilidad. Tradicionalmente los jainistas seguían una alimentación lactovegetariana, pero en la actualidad el jainismo recomienda seguir una alimentación vegetariana estricta y en definitiva el veganismo. Este cambio sobretodo ocurre en las zonas industrializadas, al oeste. Es contradictorio rechazar la violencia y consumir leche animal, pues para que las hembras constantemente produzcan leche es necesario violarlas y que tengan un hijo[2] o promover que se reproduzcan sin control, lo cual aumentará mucho la población de dichos animales y tendrá malas consecuencias para ellos.

EL PRÍNCIPE PARSHWANATH Y SU RESPETO A TODOS LOS ANIMALES

El siguiente texto ha sido extraído del libro Tú eres, luego yo soy (Satish Kumar, 2006).

«La no violencia es común a las cuatro grandes religiones que se originaron en India: hindú, budista, sikh y jainista. Sin embargo, los jainistas prestan mucha más atención a la compasión hacia los animales. Ser jainista es sinónimo de ser vegetariano. Según los eruditos jainistas, existen 8,4 millones de especies sobre la tierra (…) los seres humanos son sólo una de esas 8,4 millones de especies. No tienen más derechos que cualquier otra especie. Todos los seres vivos, humanos o no, tienen el mismo derecho a la vida…  Gurudev nos relató una historia que ejemplifica la actitud jainista hacia los animales.

Una vez había un joven príncipe llamado Parshwanath, quien, a punto de casarse, se dirigía a la casa de su novia. Vio un cercado lleno de animales, todos apretujados, esperando para ser sacrificados. Conmocionado por los lamentos de los animales, el príncipe preguntó: «¿Por qué se mantiene a esos animales en condiciones tan crueles?» -Sus ayudantes respondieron-: «Son para la fiesta de tu boda.»

El joven príncipe se sintió abrumado por la compasión. Al llegar a la cámara donde iba a celebrarse la boda, habló con el padre de la princesa: «Todos esos animales atrapados para ser sacrificados para la celebración de la boda deben ser inmediata e irremediablemente liberados» -dijo-. «¿Por qué?» -preguntó el padre-, «las vidas de los animales existen para el placer de los humanos. Los animales son nuestros esclavos y nuestra carne. ¿Cómo puede haber fiesta sin carne?»

El principe Parshwanath quedó perplejo. No podía creer lo que acababa de escuchar. Exclamó: «Los animales tienen alma, tienen conciencia, son nuestros parientes, son nuestros ancestros. Desean vivir tanto como nosotros; tienen sentimientos y emociones. Sienten amor y pasiones; temen a la muerte tanto como nosotros. Su instinto por la vida no es menor que el nuestro. Su derecho a vivir es tan fundamental como el nuestro. Yo no me puedo casar, no puedo amar y no puedo disfrutar de la vida si hay animales esclavizados y sacrificados.»

Sin más ceremonias rechazó los planes para la boda, salió de la cámara, dejó la vida cómoda de príncipe, y respondió a su llamada interior de salir y despertar a las masas adormecidas que han sido condicionadas para pensar de manera egoísta y matar animales para su propio placer y confort.

El reino animal dio la bienvenida a Parshwanath como el profeta de los débiles y los animales. Se acercaron a él. Los pájaros se sentaron sobre los árboles cercanos; los peces llegaron al rincón del lago donde Parshwanath estaba sentado. Elefantes, leones, zorros, conejos, ratas, insectos y hormigas le rindieron homenaje. Un día al ver a Parshwanath bajo la lluvia del monzón, el rey de las cobras se levanto sobre su cola y creó un paraguas con su enorme cabeza. Miles y miles de personas de las aldeas, pueblos y ciudades se sintieron conmovidos por las enseñanzas de Parshwanath. Renunciaron a comer carne y asumieron la labor de proteger a los animales. La princesa que iba a casarse con Parshwanath quedó tan inspirada que decidió permanecer soltera y dedicarse a cuidar de la paz con los animales, el propio rey sufrió una transformación. Anunció que todos los animales deberían ser respetados en su reino, y que no se permitiría la caza, la agresión o el cautiverio de los animales.

Parshwanath fue el vigésimo tercer Gran Libertador (tirthankara) de los animales y de los humanos en la tradición jainista. El vigésimo cuarto fue Mahavir, que vivió hace 2600 años. Todos los veinticuatro Grandes Libertadores tienen un animal asociado a ellos, lo que simboliza que en las enseñanzas jainistas el lugar de los animales es central. El amor no es amor si no incluye el amor por los animales. ¿Qué clase de compasión será aquella que adora la vida humana, pero ignora el sacrificio de animales? La división entre seres humanos y animales, y situar los intereses de los humanos antes que los intereses de los animales, es el principio del seccionalismo, del racismo, del nacionalismo, de la discriminación entre clases y de castas, y por cierto, del especismo. Este mismo modo de pensar, que esclaviza a los animales, esclaviza a los humanos en nombre de los intereses propios, del interés nacional y de otros estrechos e innumerables intereses. Por eso, nosotros, los jainistas, abogamos por una reverencia incondicional e inequívoca hacia toda la vida.»

CITAS JAINISTAS

– «All breathing, existing, living sentient creatures should not be slain, nor treated with violence, nor abused, nor tormented, nor driven away.» Acharanga Sutra (Jain) at 4.1.1.

Traducción: «Toda respiración, existencia, las criaturas vivas sintientes no deberían ser sacrificadas, ni tratadas con violencia, ni abusadas, ni atormentadas, ni expulsadas.» Sutra Acharanga (Jainista) en el punto 4.1.1.

– «Los monjes jainistas son compasivos para con todos los seres; evitan lo pecaminoso; se abstienen de comida especialmente preparada para ellos; se abstienen de incurrir en lo malvado y de lastimar criaturas vivientes.» Proverbio de los monjes (Jainismo)

– «Mediante las tres formas de castigo, palabras, pensamientos y actos, no lastimaréis ninguna cosa viviente.» Jaina Sutras (Jainismo)

– «Quien daña animales no ha entendido o renunciado a la Ley del pecado… Aquellos cuyas mentes están en paz y son libres de pasiones no desean vivir a expensas de otros.» Acharanga Sutra (Jainismo)

Los jainistas se tapan la boca para no matar a insectos que se metan en ella


Posición del jainismo respecto a la depredación

La siguiente imagen simboliza el hecho de que incluso los animales no humanos no poseen «jathivyra», es decir, no poseen enemistad por nacimiento. Así que esta imagen se coloca en casi todos los lugares jainistas. Está como una escultura frente a la estatua de 21 pies de alto de Chanraprabha, cerca de Tumkur. Puedes verla en Moodbidri y Karkala, y Shravanabelagola. Esta imagen indica cuán arraigada es la no violencia en el jainismo.

Pintura en un templo jainista

Malinterpretaciones de la doctrina Anekantavada

En los últimos tiempos, según Paul Dundas en su libro «The Jains», la doctrina Anekantavada ha sido interpretada por muchos jainistas como la intención de «promover una tolerancia religiosa universal», y una enseñanza de «pluralidad» y «actitud benigna a otras posiciones [éticas, religiosas]», pero esto es problemático y una lectura errónea de los textos históricos jainistas y las enseñanzas de Mahavira.[1] Las enseñanzas del Mahavira sobre «muchas perspectivas, perspectivas múltiples» son doctrinas sobre la Realidad y la existencia humana, no era una doctrina sobre tolerar posiciones religiosas como «quizás sea correcto» sacrificar o matar animales por comida, la violencia contra los incrédulos o contra cualquier otro ser vivo.[1] Por ejemplo, los cinco votos para monjes y monjas jainistas son requisitos estrictos, y no hay un «tal vez».[2] Aunque el jainismo de Mahavira coexistió con el budismo y con el hinduismo a través de la historia, según Dundas, cada uno también fue «muy crítico con los sistemas de conocimiento y las ideologías de sus rivales».[3]

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