ARGUMENTO: “Los animales no tienen interés en seguir viviendo”

RESUMEN: ¿Qué es proyectarse en el futuro? ¿pueden proyectarse en el futuro quienes no son humanos? ¿tienen interés en seguir viviendo quienes no son humanos? Éstas son algunas de las preguntas a las que aquí vamos a responder.

Si un ser tiene intereses entonces lógicamente tiene interés en seguir viviendo para satisfacerlos, y se proyecta a sí mismo en el futuro satisfaciendo dichos intereses. Además, es biológicamente necesario que, en menor o en mayor medida, todos los animales sintientes planifiquen al menos lo que van a hacer en el futuro inmediato y que recuerden experiencias pasadas; numerosos experimentos científicos nos muestran evidencias de que esto es así.

Palabras clave: interés en seguir viviendo

 

Interés en vivir

1. Algunas personas dicen que existe «el interés en vivir».

Sin embargo dicha afirmación es absurda porque los muertos y otros objetos no tienen intereses. Por lo tanto lo que existe es el interés en seguir viviendo.

Interés en seguir viviendo

2. Algunos dicen que «los animales no tienen interés en seguir viviendo».

A veces esta idea es defendida de manera especista (no incluyendo a humanos) y otras veces es defendida de manera no especista (incluyendo a algunos humanos).

En su versión no especista, esta idea es defendida, por ejemplo, por Damo y otros. Damo dijo en una ocasión (no sé si habrá cambiado de parecer) que: «Para mí es un error muy frecuente el pensar que existe el interés en vivir en otro ser que no sea humano. El interés en vivir existe a veces en algunos humanos, solamente».

Sin embargo, los animales no humanos tienen interés en seguir viviendo, pues el interés en seguir viviendo existe incluso aunque no se sea consciente de la muerte. Ello se puede demostrar teniendo en cuenta que los seres sintientes tenemos infinidad de intereses (en primer plano -voluntad- y en la memoria) y eso implica lógicamente que tenemos interés en seguir viviendo para que exista la posibilidad de satisfacer todos esos intereses.

De hecho es imposible no tener el interés en seguir viviendo, pues incluso quien se quiere suicidar o que le eutanasien tiene interés en que ocurran ciertas cosas hasta el mismo momento de su muerte.[1] Incluso quien salta desde un edificio, en su caída tiene interés en estrellarse contra el suelo o, si se arrepiente durante la caída, tiene interés en salvarse.

Planificar

3. Algunos dicen que «los animales no humanos no tienen interés en seguir viviendo porque no se pueden proyectar a sí mismos en el futuro, no pueden planificar nada en sus vidas».

El argumento completo que usan estas personas es: «cuando matamos sin causar sufrimiento a los animales no humanos no les hacemos un mal porque no tienen interés en seguir viviendo: no pueden proyectarse a sí mismos en el futuro, es decir, no pueden planificar nada en sus vidas, por lo tanto les da igual dejar de existir».

Planificar el futuro

Según el etólogo William A. Roberts, todos los humanos, consciente y voluntariamente, son capaces de comprender el tiempo, es decir, pueden recuperar recuerdos específicos o pensar en el futuro para planificar y anticipar acontecimientos, por ejemplo, la muerte. Sin embargo, Roberts utiliza aquí la falacia ecológica para llegar a estas conclusiones sobre las capacidades de los humanos.[1] En cambio, dice Roberts que los animales no humanos están «atrapados en el tiempo» porque mentalmente no pueden «viajar en el tiempo» ni hacia el pasado ni hacia el futuro, es decir, no poseen la habilidad mental necesaria para percibir el tiempo -como dar forma a los recuerdos-, por lo tanto dice que «los animales no humanos sólo viven psicológicamente en el presente».[3] Sin embargo, esto que dice Roberts es fácilmente rebatible.

El presente es cambiante, no es un estado de «tiempo congelado»: el futuro se hace presente a cada instante de tiempo, eso quiere decir que el nadie vive atrapado psicológicamente en el presente. Todos los seres sintientes nos proyectamos, en menor o en mayor medida, hacia el futuro que se va a hacer presente.

El hecho de tener el interés en lograr algo implica lógicamente una proyección de uno mismo hacia la consecución futura de dicho objetivo.

Pensar sobre lo que queremos hacer en los próximos segundos es una planificación de eventos futuros a muy corto plazo. Planificar lo que se va a hacer en el futuro, aunque sea a muy corto plazo, es necesario para la supervivencia.

En el Diccionario de etología y aprendizaje animal podemos leer lo siguiente[6]:

«Expectativa (expectancy):

Anticipación de un suceso futuro. Tolman desarrolló una teoría del aprendizaje basada en la noción de expectativa, siendo la idea fundamental: los organismos expuestos a secuencias regulares de sucesos llegan a esperar o anticipar los elementos ulteriores de la secuencia en cuanto se producen los elementos precedentes. Una rata que ha aprendido a recorrer un laberinto para obtener comida se dice que espera (tiene expectativa de) recibir ese alimento si ejecuta ciertas respuestas o si aparecen ciertos estímulos (los asociados al camino correcto).

No hay duda de que los animales son sensibles a secuencias se sucesos regularmente repetidas. Un experimento de habituación ofrece una demostración sencilla. Si se expone repetidamente un animal a un estímulo determinado (un ruido, una luz) presentado a intervalos regulares, la reacción provocada inicialmente por ese estímulo no tarda en hacerse habitual. Pero, si la secuencia regular se interrumpe, por ejemplo, omitiendo simplemente el estímulo en un momento en el que ocurría normalmente, el animal mostrará con un adrupto cambio de conducta (parar las orejas o volver la cabeza hacia la fuente del estímulo) haber detectado la omisión. Para ello, debe haberse formulado presumiblemente alguna representación de la secuencia regular: en otros términos, debe de haber estado a la espectativa del estímulo y se ha sorprendido de que no apareciera.

La resistencia a la teoría de la espectación proviene de la adhesión doctrinal a una forma estricta de conductismo, que requiere del psicólogo estudiar y predecir sólo lo que el sujeto hace y no le permite recurrir a ningún tipo de experiencia interna para explicar la conducta. Pero pronto se hizo evidente que, aún en el caso de organismos sin expresión articulada, y quizá más particularmente en ellos, lo que un animal ha aprendido o puede decirse que sabe no siempre es inmediátamente evidente en su conducta. Aunque pueda ser verdad que en la teoría de Tolman, como dijo Guthrie, “se deja a la rata sumida en sus pensamientos”; esto es, paradójicamente, una virtud si significa que la teoría pone el acento en el hiato entre conocimiento y acción. Las tendencias recientes en teoría del aprendizaje señalan un retorno a las concepciones de Tolman, y hoy pocos teorizadores se sienten incómodos por expresiones como expectativas de refuerzo, diferencias de afectividad entre refuerzos esperados e inesperados, o sorpresa de un animal ante la parición de un suceso inesperado o ante la omisión de un suceso esperado.» (Gray, 1975).

Óscar Horta responde en su artículo «El argumento de por qué los animales sintientes tienen un interés en vivir» de la siguiente manera:

«aquellos hechos o circunstancias que impiden que podamos disfrutar de cosas positivas nos afectan negativamente. Y es por ello por lo que la muerte es un mal. La muerte impide que podamos tener experiencias positivas en el futuro. Dado todo esto, ¿quién podemos decir que tiene un interés en vivir? Pues todos aquellos seres que tengan la capacidad de tener experiencias positivas. La muerte es un daño para ellos porque impide que puedan tener esas experiencias.» —Óscar Horta, «El argumento de por qué los animales sintientes tienen un interés en vivir»

Puede que los animales no humanos no tengan pensamientos sobre el número de años que vivirán, pero en virtud de que tienen intereses, eso implica que tienen el interés de seguir viviendo para satisfacer dichos intereses. Una idea similar ha sido defendida por Gary Francione[7], entre otros.

4. Algunos dicen que «sólo algunos animales no humanos se pueden proyectar a sí mismos en el futuro, no pueden planificar nada en sus vidas».

Por ejemplo, Peter Singer define la conciencia de uno mismo como una capacidad para representarse así mismo en tanto que entidad distinta de las otras que poseen un pasado y un futuro, como una actitud para representarse como un «continuador de sí mismo» (a continuing self) en el curso del tiempo. Este concepto lo desarrolla en su libro «Practical Ethics» («Ética Práctica»). Singer defiende que sólo ciertos animales no humanos y ciertos humanos poseen dicha capacidad y que, por lo tanto, se debería respetar el interés de seguir viviendo de dichas personas humanas y no humanas. En cambio, según Singer, sería éticamente correcto matar sin sufrimiento al resto de individuos sintientes si fuera necesario.

Sin embargo, todos los seres sintientes tienen intereses y eso implica que se representan a sí mismos en el futuro. Por lo tanto es éticamente incorrecto matar a cualquier ser sintiente que no nos pide expresamente que le matemos.

5. Algunos dicen que «el sufrimiento de los animales no humanos es menor al sufrimiento de los humanos adultos sanos porque es a corto plazo».

Algunas personas dicen que el sufrimiento de los animales no humanos es distinto al sufrimiento de los humanos adultos sanos porque es a corto plazo; argumentando que los demás animales no pueden anticipar el futuro ni hacer planes a largo plazo, como lo hace nuestra especie. Si este argumento es cierto, no haría más que apoyar el supuesto contrario, es decir, que los animales no humanos pueden tener un sufrimiento aún más intenso que los humanos, ya que si no pueden tener la habilidad de anticipar cuando va a cesar el estímulo o la situación que les causa malestar, dolor o miedo, –porque es un evento nuevo y desconocido para ellos–, esto no hará más que aumentar su ansiedad, y con ello, su sufrimiento.[11] La limitación para anticipar el futuro implica un sufrimiento aún más intenso. Esto sería similar a lo que ocurriría con el sufrimiento de un bebé humano.

6. Algunos dicen que «no existe un “yo” que continúe a lo largo del tiempo, sino un individuo distinto en cada instante de tiempo».

Un yo diferente a cada instante

Una versión poco frecuente del argumento es la teoría que dice que no existe un «yo» que continúe a lo largo del tiempo, sino un individuo distinto en cada instante de tiempo. Si eso fuera cierto entonces la muerte sin sufrimiento no nos dañaría, pues no supondría nuestro fin, sino que otros seres (con nuestro mismo cuerpo y personalidad) no existirán en el futuro. Asumir como cierta esta teoría supondría que los animales no humanos, pero también los humanos, no tendrían interés en seguir viviendo, pues no serían ellos quienes supuestamente vivirán un instante más tarde, sino que lo hará otra persona aún inexistente.

Por lo tanto, quienes creen que los humanos tienen interés en seguir viviendo no deberían usar esta teoría para decir que los demás animales no lo tienen. Esta versión del argumento no la vamos a tratar aquí.

7. La ciencia afirma que muchos animales no humanos planifican el futuro.

Como he explicado, basta que un ser tenga intereses para que lógicamente tenga interés en seguir viviendo. De hecho, la muerte no querida frustra todos los intereses y por lo tanto hace un gran mal a quien se mata. Recopilaré estudios simplemente para reforzar esta conclusión.

Antes de 1997, se habían encontrado escasas evidencias científicas de que los animales pueden planificar eventos en el futuro. A continuación mostraré algunos estudios que demuestran que los animales no humanos piensan sobre lo que van a hacer en el futuro: planifican.

Mostrar estudios sobre animales no humanos que planifican

PLANIFICACIÓN DEL FUTURO EN PRIMATES:

Piedras que acumula el chimpancé Santino – Desde 1997, Mathias Osvath, un científico cognitivo de la Universidad de Lund en Suecia, inició un estudio sobre la capacidad de planificar el futuro de un chimpancé llamado Santino que vivía encerrado en el zoológico de Furivik. El estudio comenzó cuando los carceleros se percataron que siempre había piedras amontonadas en la sección del pabellón que mira hacia el público visitante. Santino acumulaba las piedras para posteriormente lanzárselas a los degenerados visitantes que pagaban para observarle en cautiverio. Estas observaciones forman parte del informe «Spontaneous planning for future stone throwing by a male chimpanzee», publicado en 2009 en la revista científica Current Biology. Esto da a entender que Santino era capaz de anticipar un estado mental futuro, una capacidad que ha sido difícil de demostrar a ciencia cierta en los animales, así lo explica Mathias Osvath:

Santino en el zoo de Furivik

Santino en el zoológico-cárcel de Furivik

«Hemos llevado a cabo estudios experimentales y a mi entender los chimpancés demostraron de forma muy clara que sí planifican para sus necesidades futuras. Sin embargo hay argumentos de que quizás esto haya sido un artilugio experimental.» (…) «Ahora tenemos este comportamiento espontáneo, que de cierta forma es una evidencia más sólida.» (…) «Estoy personalmente convencido de que al menos los chimpancés son capaces de planificar para sus necesidades futuras» (…) «Espero que otros zoológicos o los que están en el campo observen más de cerca lo que sucede.» (…) «Apostaría que debe haber muchos de estos comportamientos por ahí. No me sorprendería que los encontremos en los delfines y otras especies.»  —Mathias Osvath, en una entrevista a la BBC en marzo de 2009

Las actividades matutinas de Santino justo antes de que se abriera el zoológico en la ciudad al norte de Estocolmo fueron las más reveladoras. Ese era el momento para pertrecharse tranquilamente, en anticipo de lo que vendría más tarde.

Además, Santino aprendió cómo y cuándo podría desarmar componentes de su pabellón de hormigón para fabricar más proyectiles. Las filtraciones de agua en las grietas del hormigón generan desprendimientos al congelarse. Santino se inventó un procedimiento de golpear el hormigón suavemente para detectar las partes huecas a través del sonido y luego golpea con fuerza para sacar trozos que pasan a formar parte de su arsenal.

– En mayo de 2006, La revista Science publicó un artículo titulado «Planning of the Apes». En él se habla sobre las conclusiones de Joseph Call, investigador jefe del Instituto Max Plank de Antropología Evolucionaria en Leipzig (Alemania), y Nicholas Mulcahy que muestran que los chimpancés pigmeos (bonobos) y los orangutanes son animales con capacidad para planificar el futuro.[8]

«Los investigadores encontraron que estos simios pueden escoger una herramienta que les servirá para realizar una tarea posterior, llevársela, guardarla por un tiempo y volverla a sacar, horas después, para resolver el problema.

El equipo de científicos alemanes cree que esta capacidad puede haber surgido hace unos 14 millones de años, cuando los chimpancés pigmeos, los orangutanes y los seres humanos compartían un ancestro común.

Según Josep Call, investigador jefe del Instituto Max Plank de Antropología Evolucionaria, “estudios previos habían demostrado que chimpancés y otros animales pueden transportar herramientas para resolver un problema en el momento”.

Pero la principal diferencia en este caso, “es que cuando los simios se llevan la herramienta, la guardan y no la usan. Pero eso significa que ellos anticipan que la van a necesitar después para solucionar algo”.

Simios en el Salón de espera:

Para llegar a estas conclusiones los científicos hicieron varios experimentos. En uno de ellos, les enseñan a los simios cómo usar una determinada herramienta para conseguir algo de comer que está en un repostero.

Después, los simios tienen que escoger de entre varias herramientas que les ofrecen, algunas de las cuales sirven para el propósito de conseguir la comida guardada y otros no. Pero el acceso a la comida se cierra con llave.

Acto seguido se lleva a los simios a otro lugar, donde tienen que esperar una hora antes de regresar a la habitación donde se había dejado la comida.

Si ellos habían escogido la herramienta correcta, entonces podían conseguir el premio.

En seis casos de 16, los simios consiguieron escoger la herramienta correcta, llevársela a la sala de espera y usarla después para recuperar la comida.

El equipo de científicos también encontró que el nivel de éxito se repetía cuando se extendía aún más el periodo de espera: unas 14 horas.

“Para la teoría tradicional del aprendizaje es muy difícil explicar esto y varios científicos habían sostenido que la planificación a futuro es algo que estaba más allá de la capacidad de los animales”, comenta Josep Call.

El equipo alemán se centró en los chimpancés pigmeos y en los orangutanes porque estos tipos de simios representan nuestros parientes más cercanos, en el primer caso, y más lejanos, en el segundo, en la cadena del gran simio.

Humanos y chimpancés evolucionaron en diferentes caminos entre cinco y siete millones de años atrás; los orangutanes, hace unos 14 millones de años.

En la siguiente etapa, el equipo piensa investigar si los simios son capaces de proteger la herramienta si es que comparten el salón de espera con un competidor.»

Y es que hasta ahora las observaciones de uso de herramientas y planificación habían implicado sólo hambre inmediata por parte de los animales, lo que no suponía un pensamiento a largo plazo. De este modo, cuando los chimpancés transportan piedras para usarlas para abrir nueces, o los cuervos de Nueva Caledonia hacen herramientas con forma de anzuelo para pescar insectos, lo hacen en un intento por satisfacer su actual estado de hambre, no uno futuro… Eso es lo que se pensaba.

Pero los científicos realizaron un experimento aún más complejo, para así demostrar que en las acciones de ciertos animales si está implicado el futuro. Construyeron un cilindro de metal con una pieza de espagueti crudo sujetando dos racimos de uvas. Para obtener la recompensa tenían que romper el espagueti insertando un tubo de plástico a través del agujero superior del cilindro. Eso hacía que las uvas cayeran y colgaran frente a los agujeros frontales de tal forma que podían acceder a ellas.

En otra prueba, los simios tenían que utilizar un gancho de metal para pescar una botella de jugo de uvas. Para pasar los experimentos, los animalitos tenían que recordar sacar la herramienta adecuada de la habitación y devolverla un tiempo después. Tanto los orangutanes como los bonobos pasaron las pruebas varias veces.

PLANIFICACIÓN DEL FUTURO EN AVES:

– En febrero de 2007, la revista Nature publicó un estudio titulado «Planning for the future by western scrub-jays»[9][10], llevado a cabo durante siete meses por el investigador Andy Radford, de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad de Bristol en el Reino Unido, con el que demostró que los pájaros intensifican sus relaciones intragrupales cuando aumentan las posibilidades de un conflicto con un grupo rival. Esta conducta parece indicar que las aves pueden ser capaces de anticiparse a una situación y planificar de antemano, comportamiento que normalmente se atribuye a los seres humanos y a los primates más evolucionados.

– En 1999, la revista Science publicó un experimento de los psicólogos Nicola Clayton y Anthony Dickinson, de la Universidad de Cambridge, que demostró que los arrendajos recuerdan perfectamente, no sólo dónde escondieron comida, sino también qué tipo de comida enterraron en cada escondite e, incluso, cuándo la enterraron.

arrendajo, un ave que planifica el futuro

Para demostrar esto, Clayton y Dickinson le dieron a una serie de pájaros la oportunidad de esconder dos tipos de comida, cacahuetes (maní) o gusanos, en unas cubetas que los investigadores habían preparado llenándolas con arena. Cada arrendajo tenía a su disposición varias cubetas, y alrededor de ellas había determinados objetos para permitir a los pájaros tomar referencias espaciales que les pudieran servir posteriormente de guía durante el proceso de recuperación del alimento.

Una vez que cada pájaro había enterrado todos los alimentos disponibles en su sesión experimental, la primera prueba consistía en averiguar si recordaba los escondites y qué había escondido en cada sitio. Pudiendo recuperar ambos tipos de alimento, lo normal sería que se inclinaran por los gusanos, su comida favorita. Efectivamente, al devolver a los pájaros al recinto experimental unas horas después de haber almacenado los alimentos, los pájaros fueron directamente a los lugares en los que habían escondido ¡los gusanos!.

Así, el experimento demostró que sabían perfectamente qué habían escondido y dónde. Por supuesto, los alimentos habían sido retirados y la arena renovada antes de realizar la prueba, con el objeto de evitar claves olfativas o pequeñas marcas que pudieran guiar la búsqueda. Pero venía la otra parte: averiguar si recordaban no sólo qué han escondido y dónde, sino también cuándo. Para investigar esto se utilizó información acerca de sus preferencias gastronómicas y de las leyes de la naturaleza: prefieren los gusanos a los cacahuetes, y los gusanos se descomponen mucho antes que los cacahuetes. Entonces, si se les permitía recuperar la comida poco tiempo después de haberla escondido, lo normal era que recuperaran antes los gusanos, que les gustan más. Sin embargo, si pasaba mucho tiempo desde que escondían la comida hasta que se les permitiera recuperarla, y si tienen memoria temporal, deberían recuperar los cacahuetes en vez de los gusanos.

Los resultados del experimento mostraron, efectivamente, que si habían pasado unas pocas horas desde el almacenamiento de comida hasta que les permitían recuperarla, los arrendajos buscaban los gusanos, dejando los cacahuetes para otra ocasión. Por el contrario, si habían pasado ya varios días no se molestaban en recuperar los gusanos: de alguna manera calculaban que debían estar ya podridos e invertían su tiempo (y sus ganas de comer) en buscar los cacahuetes.

Esta recuperación selectiva de los cacahuetes cuando han pasado muchas horas desde el almacenamiento se da sólo en los pájaros que previamente han tenido la oportunidad de aprender que la carne de gusano se estropea con el paso del tiempo. Es decir, los pájaros recuerdan perfectamente qué alimentos han guardado y cuándo lo han hecho, pero requieren de la experiencia para aprender que determinados alimentos se echan a perder con el tiempo.

Los pájaros que, criados en cautividad, no han tenido la oportunidad de aprender esto, no seleccionan adecuadamente sus alimentos. Eso sí: esta dependencia del aprendizaje no limita la actuación de los pájaros, sino que más bien la hace más flexible y capaz de adaptarse a la recogida de una enorme variedad de alimentos diferentes.

– Joanna Dally, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y sus colegas pusieron a prueba a arrendajos en cautividad, y vieron que los pájaros podían recordar qué otra aves estaban mirando cuando escondieron por primera vez ciertos alimentos. Si un pájaro con más autoridad que los arrendajos les había visto almacenar su comida, los arrendajos movían el escondite cuando el ave dominante no estaba mirando.

– De acuerdo a Thomas Suddendorf, de la Universidad de Queensland en Brisbane (Australia), planear las necesidades futuras no es únicamente humano, ya que simios y arrendajos pueden anticipar también futuras necesidades recordando acontecimientos pasados, lo que contradice la idea de que dicho comportamiento cognitivo sólo aparecía en homínidos.

 

Referencias

[1] William A. Roberts, Miranda C. Feeney, Krista MacPherson, Mark Petter, Neil McMillan, Evanya Musolino. «Episodic-Like Memory in Rats: Is It Based on When or How Long Ago?», Science 4 April 2008: Vol. 320 no. 5872 pp. 113-115. DOI: 10.1126/science.1152709
[6] Harre, Rom y Lamb, Roger. Diccionario de etología y aprendizaje animal. Editorial Paidos, 1991. pag. 83
[7] Francione, Gary L. (2000): «Introduction to Animal Rights. Your Child or the Dog?», Temple University Press, Filadelfia. pp.137-138
– Francione, Gary L. (1999): «El error de Bentham (y el de Singer)», Teorema, vol. XVIII/3, p.46.
[8] «Planning of the Apes». Science. Yudhijit Bhattacharjee on 18 May 2006, 12:00AM y BBC Ciencia, 22-05-2006 // www.news.bbc.co.uk
[9] C. R. Raby1, D. M. Alexis, A. Dickinson & N. S. Clayton. «Planning for the future by western scrub-jays». Vol 445|22 February 2007| doi:10.1038/ Nature.
[10] bbc.co.uk – Las aves tienen la capacidad de planificar
[11] Dolan, K: Ethics, animals and science. London: Blackwell Science,1999: 157.

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10 Comments

  1. Nico 18 julio, 2020
    • David Díaz 18 julio, 2020
  2. Nico 15 julio, 2020
    • David Díaz 15 julio, 2020
    • Nico 16 julio, 2020
    • David Díaz 17 julio, 2020
    • Nico 17 julio, 2020
    • Nico 17 julio, 2020
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    • Nico 19 julio, 2020

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