Reseña del libro «Liberación Animal» de Peter Singer (Óscar Horta)

Reseña de Óscar Horta sobre el libro Liberación Animal[1], de Peter Singer, 1975.

De entre los distintos autores que han tratado la cuestión del especismo, el que ha llegado a tener más influencia ha sido sin duda el filósofo australiano Peter Singer. Su obra Liberación Animal, publicada en 1975, ha vendido cientos de miles de ejemplares en varios idiomas por todo el mundo.

Gran parte del éxito de la obra se debe al hecho de haber sido escrita en un momento muy apropiado, cuando el movimiento por los derechos animales comenzaba a dar sus primeros pasos, y empezaba a surgir un interés sobre el tema que en años posteriores se dispararía. Asimismo, otra razón fundamental del alcance que ha llegado a tener este libro se debe al hecho de que no constituye una obra académica escrita en términos especializados, sino un trabajo de divulgación, de fácil lectura, destinada al público general. Esto hace, por otra parte, que tenga que renunciar Singer a explicar su posición filosófica en este texto (esta puede ser encontrada de modo algo más desarrollado en su Ética Práctica –que, con todo, continúa siendo un libro sencillo, de divulgación– o sobre todo en la obra, ya más académica, Singer and his Critics –sin traducción al castellano–).[2] Singer, como buen discípulo de Richard Hare, es un seguidor del utilitarismo de las preferencias (teoría ética que sostiene la idea de que en nuestras decisiones morales hemos de buscar la maximización de la satisfacción de las preferencias de todos los individuos implicados). Sin embargo, en Liberación Animal no plantea explícitamente tal posición. Se limita Singer a asumir como base de su argumentación el que se conoce como “principio de no maleficencia”: la idea de que debemos procurar no causar daño a los demás.[3] Esto no quiere decir que su planteamiento no se encuentre inspirado por un punto de vista utilitarista: de hecho lo está, pero sólo de un modo implícito, no manifiesto. Busca así huír en la medida de lo posible de tomas de partido controvertidas que no estén relacionadas directamente con la cuestión tratada, presentando sus argumentos con la máxima simplicidad.

Todo ello lo comprobamos en particular en la que sin duda es la parte fundamental del libro, su primer capítulo “Todos los animales son iguales” (un conocido texto que ha sido publicado en ocasiones de forma independiente como separata o parte de otros libros).[4] En él se exponen las ideas centrales de la obra: sólo la capacidad de sufrir y disfrutar puede ser moralmente relevante, y esta es poseída por los animales no humanos (o por lo menos por un número muy notable de ellos). De esto se deriva que no hay motivo que justifique que en nuestras decisiones morales hayamos de tener en cuenta únicamente los intereses de los seres humanos. Obrar así supone incurrir en una discriminación arbitraria de especie, que cabe denominar como especismo (término acuñado por Richard Ryder en 1970). Esta forma de discriminación se adecuaría al mismo modelo que el racismo y el sexismo: todas ellas se basan en una circunstancia moralmente irrelevante: la pertenencia a un determinado grupo (definido ya sea por el sexo, el grupo étnico o la especie).

Es interesante mostrar que el modo en que llega Singer a tales conclusiones no es aceptando como punto inicial la relevancia de la capacidad de sufrir y disfrutar. Por el contrario, parte de la idea, compartida de modo general, de que todos los seres humanos deben ser tratados de manera igualitaria. Asumiendo tal premisa rebate Singer la idea de que la posesión de determinadas capacidades individuales (intelectuales, lingüísticas, culturales…) eleva a los seres humanos por encima de los demás animales. Aplica para ello el argumento de las diferencias entre humanos, que nos recuerda que los humanos con discapacidades y los niños pequeños carecen de tales capacidades. Si creemos que debemos tratar a estos de manera igualitaria nos vemos forzados a rechazar que las citadas facultades justifiquen una discriminación. Ello que implica que los animales no humanos no pueden dejar de recibir un trato igualitario por el hecho de no poseerlas.

Una vez expuesto su argumento central en el primer capítulo, el resto del libro de Singer se destina a dar cuenta de circunstancias prácticas relacionadas con las consecuencias que se derivan de su argumento. Los dos capítulos siguientes (“Herramientas de investigación” y “En la granja industrial”) tienen como objeto describir los horrores padecidos por los animales en dos ámbitos concretos: su uso como herramientas de laboratorio y su cría y muerte para la producción de alimentos de origen animal. El fin que Singer busca con ello es mostrar al público la inmensa cantidad de sufrimiento animal que implican tales prácticas. Cabría pensar que lo que pretende de este modo el autor es conmover al lector o lectora, pues parece que sólo alguien carente de sensibilidad puede permanecer impasible, sin plantearse un cambio en su estilo de vida, tras leer la relación de agresiones sistemáticas recogidas por Singer en su trabajo. Sin embargo, hay otro motivo fundamental por los que el filósofo australiano introduce tales capítulos: estos juegan un lugar central dentro de su argumentación. Asume Singer que el hecho de que el uso de animales no humanos se lleve a cabo de un modo que les ocasione tanto sufrimiento vuelve tal utilización más reprobable moralmente. De este modo, considera que la exposición de la situación que sufren los animales no humanos no refuerza su poder de convicción. Esto, no obstante, puede ser cuestionado. La estrategia que adopta aquí Singer (que, por otra parte, ha sido seguida masivamente por el movimiento por los derechos animales) es un arma de doble filo: si planteamos que aquellos casos en los que se ocasiona un sufrimiento menor a los animales son más reprobables, entonces concluiremos que aquellos en los que se les ocasiona un sufrimiento menor son menos condenables. Ahora bien, si asumimos que no hay motivo para discriminar a los animales no humanos (como Singer había expuesto con claridad en el primer capítulo), entonces encontramos que su uso resultaría también injustificable aun si fuese llevado a cabo de un modo menos doloroso.

Es importante tener en cuenta que el hecho de que Singer exponga la cuestión de este modo se debe en parte a una circunstancia muy relevante relativa al punto de vista que mantiene: considera Singer que aquellos seres que no poseen la capacidad de planificar su vida a largo plazo (como ocurre en el caso de muchos animales no humanos, de los niños pequeños o de los humanos con determinadas discapacidades) no tienen un interés en vivir. De este modo, Singer critica que se les inflija sufrimiento, pero no que se les mate si su muerte es indolora.[5] Esto tiene consecuencias serias que se reflejan en su modo de enfocar el tema. Por otra parte, el planteamiento utilitarista de Singer le lleva a plantear que el sacrificio de los intereses de un individuo resulta aceptable siempre que ello se lleve a cabo para evitar un daño mayor o conseguir una mejora de la situación de los demás. Así, siempre que se den tales condiciones Singer acepta el uso tanto de humanos como de otros animales. Ahora bien, ocurre que en el contexto actual se considera generalmente inaceptable el uso de humanos, así como la matanza de aquellos humanos que no pueden planificar su vida, pero no el uso de los demás animales (incluyendo su matanza). De tal manera, la posición de Singer es a menudo interpretada como una defensa del uso de animales no humanos. Ello sirve para reforzar su discriminación.

A continuación, tras la presentación del caso que se lleva a cabo en los capítulos iniciales, expone Singer las consecuencias prácticas que se derivan de ello. Las premisas son claras: 1) la pertenencia a una determinada especie no justifica un trato diferente; y 2) la utilización de los animales no humanos causa a estos un daño notablemente mayor que los beneficios que esta comporta a quienes los usan. En consecuencia, la postura que debemos derivar es el abandono de tal utilización. Ello implica fundamentalmente la adopción de un modo de vida sin consumir productos animales (como explica en el capítulo “Hacerse vegetariano”, en el que incluye no sólo argumentos sino también recomendaciones prácticas para dar tal paso). Las distintas objeciones que cabe plantear a su argumentación serán presentadas y refutadas por Singer en el capítulo final del libro “El especismo, hoy”. Pero introduce un capítulo entre “El dominio del hombre” realizar un breve repaso de la historia de las distintas posiciones sostenidas hacia los animales desde la filosofía moral –complementado en la segunda edición del libro con unos apuntes sobre la evolución del que denomina Movimiento de Liberación Animal–.

En definitiva, en Liberación Animal encontramos un referente fundamental para cualquier aproximación a la cuestión de la consideración moral de los animales. Constituye un trabajo que ha servido para que un enorme número de lectores puedan plantearse los argumentos contra la discriminación de los animales no humanos. Es de lamentar, con todo, que al pasar Singer a hacer depender su planteamiento de la cuestión de la forma en que los animales no humanos son usados contraríe el alcance de dichos argumentos. Asimismo, su aceptación de ciertos usos de los animales, aun siendo extensible a humanos y no humanos, viene en la práctica a facilitar excusas a los defensores de la idea especista de la prioridad de los intereses humanos.

Otras obras de Peter Singer relacionadas con el tema: [6]

Ética Práctica, 2ª edición, Cambridge University Press, Cambridge, 1995. Tít. orig. Practical Ethics, Cambridge University Press, Cambridge, 1993.

Como coautor:

Con James Mason, Animal Factories, Crown, New York, 1980.

Como editor o coeditor:

In Defense of Animals, Basil Blackwell, Oxford, 1985.
Con Tom Regan, Animal Rights and Human Obligations, Prentice Halls, Englewood Cliffs, New Jersey, 1989.
Con Paola Cavalieri, El Proyecto «Gran Simio». La igualdad más allá de la humanidad, Trotta, Madrid, 1998. Tít. orig. The Great Ape Project. Equality Beyond Humanity, Forth Estate Limited, 1993.

Fuente: animanaturalis.org – Reseña del libro Liberación Animal, de Peter Singer (I)
Fuente: animanaturalis.org – Reseña del libro Liberación Animal, de Peter Singer (II)

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NOTAS

RespuestasVeganas.Org: La publicación de este artículo en RespuestasVeganas.Org no implica necesariamente que se compartan todas y cada una de las cuestiones expresadas en el mismo; sin embargo, consideramos interesante su publicación por la aportación que puede hacer a la causa del movimiento abolicionista.

REFERENCIAS

[1] Tít. original: Animal Liberation: A New Ethic for Our Treatment of Animals, 2ª edición, Random House, Nueva York, 1990. 1ª edición: Animal Liberation: A New Ethics for our Treatment of Animals, New York Review/Random House, Nueva York, 1975 (traducción al castellano de la 1ª edición: Liberacion Animal, A.L.E.C.A., Lope de Vega, México, 1985). «Liberación Animal», Peter Singer – Trotta, Madrid,1999
[2] Ética Práctica, 2ª edición, Cambridge University Press, Cambridge, 1995. Tít. orig. Practical Ethics, Cambridge University Press, Cambridge, 1993; Jamieson, Dale (ed.), Singer and his Critics, Blackwell, Oxford, 1999.
[3] El propio Singer ha indicado esto para explicar la ausencia de un desarrollo más en profundidad en Liberación Animal. Ver Singer, Peter, “A Response”. En Jamieson, Dale (ed.), Singer and his Critics, 269-335, p. 283 y p. 292.
[4] Este capítulo fue publicado de hecho de forma independiente con anterioridad al libro. Ver Singer, Peter, “All Animals are Equal.” Philosophical Exchange, 1, 1974, p. 103-116. Posteriormente ha sido reeditado entre otros en Rachels, James (ed.), Understanding Moral Philosophy, Dickenson, 1976; T. Mappes & J. Zembaty (eds.), Social Ethics, McGraw-Hill, 4ª ed., 1992; Thomas Mappes and DeGrazia, David (eds.), Biomedical Ethics, McGraw Hill, Boston, 2001; LaFollette, Hugh, Ethics in Practice, Blackwell, 2ª ed., 2002.
[5] Expone Singer esto más en detalle en su Ética Práctica.
[6] Singer ha escrito y editado otros libros sobre distintas temáticas, en algunos de los cuales se hace referencia, si bien no de forma central, a la cuestión del especismo. En concreto, además de por sus posiciones en la cuestión de los animales no humanos, Singer es conocido fundamentalmente por sus trabajos en el ámbito de la bioética. Para tener una perspectiva global de sus distintas investigaciones puede verse su Una vida ética. Escritos, Taurus, Madrid, 2000. Tít. Orig. Writings on an Ethical Life, Ecco, New York, 2000.

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