¿El esperanto, lengua occidental? (Claude Piron)

Claude Piron fue un psicólogo de la Universidad de Ginebra y traductor de chino-inglés-ruso-español-francés de Naciones Unidas. Aseguraba que es más fácil pensar claramente en esperanto que en muchos idiomas nacionales (vea la Hipótesis de Sapir-Whorf para más detalles sobre esta teoría) porque «el esperanto se apoya exclusivamente en los reflejos innatos [y] se diferencia de los otros idiomas en el hecho de que siempre puedes confiar en la tendencia natural de generalizar patrones. […] La misma ley neuropsicológica (denominada por Jean Piaget asimilación generalizadora) se aplica tanto en la formación de palabras como en la gramática.»

Si observamos al esperanto desde fuera, tenemos tendencia a tomarlo por una lengua occidental. Sus sonoridades nos recuerdan las del italiano y su vocabulario tiene aspecto de ser de origen latino en gran parte. Por otro lado, quienes tienen la ocasión de escuchar una conversación en esta lengua, no tardan en percatarse que «sí» se pronuncia yes, como en inglés (se escribe jes). Este hecho parece confirmar su carácter occidental. El oyente más atento que percibe presencia de numerosas raíces germánicas sigue con la misma impresión: todo evoca una lengua occidental aparentemente dotada de un léxico en el que, como en inglés se entremezclan aportaciones latinas y germánicas.

Ciertas personas, de formación clásica, acercan al esperanto un poco al Oriente, en el sentido de que descubren vestigios del griego: la conjunción «y», kaj (se pronuncia kai), es un calco exacto del antiguo griego kai y la formación de los plurales está manifiestamente copiada de la lengua de Homero (griego parallelos, una linea paralela, paralleloi líneas paralelas; esperanto paralelo, paraleloj, en el que la terminación oj se pronuncia oi, es decir como en la pronunciación clásica de la palabra griega correspondiente).

El esperanto escrito parece menos occidental: la presencia de consonantes con acento circunflejo, las j que siguen a una vocal al final de una palabra, los grupos consonánticos como kv recuerdan el aspecto visual del esloveno o del croata. Quien aquí adivine una influencia eslava no se equivoca en absoluto. El esperanto nació en la Europa oriental. Su sintaxis, aspectos gramaticales, muchas expresiones y el estilo habitual atestiguan efectivamente la presencia de un sustrato eslavo importante. Y lo mismo ocurre con la semántica. Si la palabra plena es un préstamo a las lenguas latinas, su campo semántico no es el de nuestra palabra pleno (lleno) sino el del ruso polnyj, vástago como su correspondiente español del viejo radical indo-europeo pln. En ninguna lengua romance se puede hablar de un pleno diccionario, se dice diccionario completo; en esperanto plena vortaro; en esperanto plena vortaro es el reflejo exacto del del ruso polnyj slovarj, incluso en el sufijo (ruso slovo = palabra, slovarj = diccionario; esperanto vorto = palabra, vortaro = diccionario).

¿Tiene el esperanto algo en común con las lenguas semíticas? En la forma no, pero sí en el espíritu. Como en árabe y en hebreo, el esperanto forma lo esencial de su léxico por derivación partiendo de raíces invariables. Por cierto, en las lenguas semíticas las raíces se componen casi siempre de tres consonantes y la derivación se hace frecuentemente por inserción de vocales entre estas consonantes, mientras que en esperanto las raíces no siguen un esquema fijo y la derivación se efectúa exclusivamente mediante la adición de elementos antes o después. Sólo tengo que añadir que la versión de la Biblia hebrea en esperanto, contiene más o menos el mismo número de raíces que el original, lo que la diferencia claramente de las traducciones en lenguas occidentales, obligadas a recurrir al empleo de numerosas palabras cuya derivación no es tan transparente…

Si proseguimos nuestra marcha hacia Oriente, pasamos del árabe al persa, pasamos de una lengua con una gramática complicada, llena de excepciones, a una lengua en gran parte regular. En árabe, para formar el plural, frecuentemente es necesario transformar totalmente el interior de la palabra: kitâb, libro, se convierte en kutub en plural. El persa, que ha tomado en préstamo muchas palabras al árabe, en cambio no ha copiado sus plurales irregulares. El plural se forma añadiendo la terminación hâ. El plural de el de kitâb no debe pues memorizarse aparte. Este será kitâbhâ. El esperanto manifiesta la misma simplicidad. Es suficiente una fracción de segundo para aprender a formar el plural de todos los sustantivos, puesto que se trata simplemente de retener que se forma añadiendo una j (pronunciada, recordemos, como la y de boy). Qué diferencia en relación con otras lenguas como el alemán, el haussa, o el árabe, en las que es necesario, prácticamente, aprender el plural de cada nombre común. E incluso con relación al inglés, más regular, pero que tiene sin embargo un cierto número de excepciones: mujer (woman), niño (child), pie (foot), ratón (mouse), cordero (sheep) y muchas otras palabras que no siguen la regla general según la cual se forma el plural añadiendo una -s: Se dice women, children, feet, mice, sheep.

La mayoría de los Occidentales ni siquiera sospecha que existen lenguas tan coherentes en las que incluso la noción de verbo irregular, de plural excepcional, de derivación aberrante es completamente impensable. Entre esas lenguas están el chino, el vietnamita y el esperanto. Lo que estas tres lenguas tienen de común y de diferente con todas las lenguas indoeuropeas es que están formadas por elementos rigurosamente invariables que se combinan entre si hasta el infinito. A quienes hablan una lengua como estas, la idea de que una palabra no se derive de otra, o que para designar las diversas modulaciones de la primera persona del singular, sea necesario aprender una serie de palabras como yo , me, mi, mio, mia, mios, les parece extraño e incomprensible. Pues ellos se entienden perfectamente sin todas estas farragosas normas. En chino, mi, mío, mía, míos, etc. se dicen lisa y llanamente wode, que es la forma adjetiva (-de) de wo, yo. El esperanto hace derivar estas palabras de la misma manera, añadiendo el distintivo de adjetivo al pronombre yo (mi). De manera que realidades paralelas se expresan en estas dos lenguas de forma paralela, cosa que no sucede en ninguna lengua occidental. En «yo cojo tu.., tu cojes mi…», la reciprocidad de la acción se indica de la misma forma tanto en chino (wo na nide…, ni na wode…), como en esperanto (mi prenas vian…, vi prenas mian…). En español, al contrario, la relación entre mío y yo no tiene nada de transparente, tuyo debe aprenderse independientemente de tu, y no se puede formular correctamente la idea sin haber memorizado una conjugación: Cojo, en la primera frase, debe ceder el sitio a coges en la segunda. Las palabras que se deben memorizar, para expresarse correctamente, son siempre notablemente más numerosas cuando se trata de una lengua occidental.

La misma similitud estructural se encuentra entre el chino y el esperanto en la formación de palabras. Tanto en español como en francés, es necesario aprender separadamente palabras como: compatriota, correligionario, condiscípulo y no se trata de expresar mediante una sola palabra conceptos como persona de la misma raza o de alguien que habla misma lengua. En chino, es suficiente conocer la estructura y la palabra fundamental. Si se sabe decir país, se sabe decir automáticamente compatriota. Lo mismo sucede en esperanto: para formar samlandano (compatiota), samreligiano (correligionario), samklasano (condiscípulo), samrasano (persona de la misma raza), samlingvano (persona que habla la misma lengua), Sólo necesitamos saber la estructura sam –ano e insertar la raíz correspondiente. De igual manera el chino que desee aprender francés, español o inglés debe memorizar como entidades totalmente diferentes palabras como país o extranjero. En cambio si decide aprender esperanto, sólo necesita traducir sílaba por sílaba (monema por monema como diría un lingüista) los tres elementos constituyentes de la palabra en su lengua materna: waiguoren (extranjero) compuesta por wai (de fuera) de guo (país) y de ren (persona). En esperanto sería eksterlandano, formada por los mismos elementos que en chino: ekster (fuera) lando (país) -ano (persona). Otro ejemplo: El alumno chino que se esfuerza en aprender una lengua occidental debe memorizar una serie de nombres de animales que, en su lengua materna, obtiene por derivación. El simple hecho de aprender la palabra caballo no es ninguna ayuda si debe comunicar con precisión que se está hablando de yeguas, de potros o de sementales; buey no tiene relación de forma con vaca, ternero o toro. En chino, estas palabras forman parte de un sistema regular. Estas son respectivamente ma, muma, xiaoma y gongma; niu, muniu, xiaoniu y gongniu. El sistema del esperanto no es menos regular. La relación es la misma entre caballo, por una parte: ĉevalo, ĉevalino, ĉevalido y virĉevalo y buey por la otra: bovo, bovino, bovido y virbovo.

Las personas que reprochan al esperanto que sea una lengua demasiado occidental, pasan por alto dos importantes aspectos de la cuestión. Por una parte, juzgan muy a la ligera, sin entrar en el análisis lingüístico del idioma, que sólo puede revelar hasta que punto es completamente diferente de lo que puede aparentar a simple vista. Y por la otra, olvidan que una lengua de comunicación internacional es necesaria de todos modos. ¿En que lengua discutimos, realmente, cuando no disponemos de una lengua común?. ¡En inglés! En cambio, esta es una lengua mucho más occidental que el esperanto y mucho más difícil de aprender y de utilizar para la inmensa mayoría de los habitantes de nuestro planeta. Ninguna lengua podría poner a todos los pueblos en pie de igualdad. Pero de todas las que existen y que son utilizadas en la práctica, el esperanto es la que más se aproxima a este ideal. Al cabo de 2000 horas de inglés (5 horas a la semana durante 5 años), el japonés o el chino medio son incapaces de expresarse de forma realmente operativa en la lengua de Shakespeare o del Wall Street Journal, sólo han alcanzado la etapa del balbuceo. Tras 220 horas de esperanto, por término medio, ellos se pueden comunicar fácilmente. Esta diferencia no tiene nada de sorprendente para quien estudia las estructuras lingüísticas de los diversos idiomas.

Si se desea jugar limpio y mantenerse objetivo, es necesario esperar, para criticar al esperanto, a haber hecho un análisis suficientemente profundo y haber efectuado comparaciones del inglés con las lenguas maternas de los pueblos cuyos intereses se pretende defender. En democracia, todo acusado es considerado inocente mientras no se haya demostrado su culpabilidad. Sería conforme a las tradiciones europeas el aplicar este principio a toda decisión sobre el esperanto y de reservarse su juicio hasta que se hayan estudiado los hechos. Ningún lingüista serio, ningún periodista, ningún político osaría establecer un juicio sobre el tagalo o el malayo sin, previamente, haberse documentado sobre estas lenguas. No hay ninguna razón para descartar esta regla cuando se trata del esperanto.

Fuente: claudepiron.free.fr – ¿El esperanto, lengua occidental?

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