Un sorprendente caso de masoquismo social (Claude Piron, Septiembre 1991)

Claude Piron fue un psicólogo de la Universidad de Ginebra y traductor de chino-inglés-ruso-español-francés de Naciones Unidas. Aseguraba que es más fácil pensar claramente en esperanto que en muchos idiomas nacionales (vea la Hipótesis de Sapir-Whorf para más detalles sobre esta teoría) porque «el esperanto se apoya exclusivamente en los reflejos innatos [y] se diferencia de los otros idiomas en el hecho de que siempre puedes confiar en la tendencia natural de generalizar patrones. […] La misma ley neuropsicológica (denominada por Jean Piaget asimilación generalizadora) se aplica tanto en la formación de palabras como en la gramática.»

A continuación presentamos un extracto del artículo «Un cas étonnant de masochisme social» («Un sorprendente caso de masoquismo social») escrito por el psicólogo suizo Claude Piron, y publicado en la revista de psicología «Pensamiento y Acción», 1991, N ° 19, septiembre, pp.51-79. Traducción libre y adaptada al español, con permiso de su autor.

LAS REACCIONES PSICOLÓGICAS AL ESPERANTO

1. Ignorancia ignorada

El psicólogo que estudia las reacciones a la palabra «esperanto» queda impresionado por dos hechos:

1) Gran número de sujetos invitados opinar sobre este tema hablan sin conocimiento de causa;

2) dan por sentado y, con frecuencia, citan espontáneamente diversas opiniones que dan por evidentes y que, las más de las veces, son contrarias a la realidad verificable, por ejemplo: » nadie ha escrito jamás una novela directamente en esperanto», «es un lengua que nadie habla», «no existen niños cuya lengua materna sea ésta», etc. Un buen ejemplo de estas convicciones se encuentra en una la carta de un lector a la revista americana Time:

«el esperanto está desprovisto de historia cultural, de literatura propia, de locutores cuya primera lengua sea el esperanto.» (Wells, 1987).

De hecho, se han escrito numerosas novelas en esperanto (Janton, 1989, ch. V : «La literatura «; Encyclopédie Clarté, 1976); el esperanto es hablado a diario en los contextos más diversos (Piron, 1987a, pp. 2-3) y existe un cierto número de niños cuya lengua materna es ésta, generalmente nacidos de padres de distintos orígenes que no tienen ninguna otra lengua común y que se conocieron durante algún encuentro de esperantófonos (el lector escéptico que tienda a verificar los hechos podrá, dirigiéndose al autor, obtener las direcciones de algunas parejas, en esta situación: parejas de italiana-polaco, danés-holandesa, neozelandesa-húngaro, holandés-japonesa, etc.)

Por otra parte, una buena parte de las personas sondeadas presentan todos los signos de una implicación afectiva. Algunas veces entusiasmo, otras excitación. Aunque lo mas frecuente es condescendencia. La persona interrogada «demuestra» que el esperanto no tiene nada de serio y su tono es despectivo, irónico o humorísticamente superior con respecto a los «ingenuos» que se dedican a esto. Mientras que, para disponer de un comportamiento de referencia, el investigador propone entonces a su interlocutor que se exprese de la misma manera sobre el búlgaro o el indonesio, observa una reacción completamente distinta. En un minuto, el sujeto ha explicado en un tono perfectamente neutro todo lo que él podía decir, por regla general… que no sabe nada del tema.

El contraste es sorprendente. Y llega a ser mas considerable todavía cuando se comprueban los conocimientos mediante preguntas concretas: literatura, extensión geográfica, riqueza de expresión, etc. Resulta entonces que la información de la persona sobre el esperanto es casi totalmente errónea, mucho más que algunos de los escasos conocimientos que posee sobre las lenguas de referencia. Esta persona ignora todo sobre la cuestión, sin embargo ella ignora que lo ignora. ¿Como proceder para que sea consciente de su incompetencia en un caso pero no en el otro?

Si se sondea posteriormente, se obtiene un principio de respuesta: Lenguas como el búlgaro o el indonesio se perciben como pertenecientes al mundo de los hechos, al mundo real, mientras que el esperanto se siente como una proposición, como un proyecto utópico. Uno se inclina ante los hechos. Frente a un proyecto, uno se siente impulsado a responder que sí o que no, luego a defender su postura. ¿Pero por qué el esperanto no es percibido como algo situado en el plano de los hechos? ¿Y por qué la reacción es tan fuertemente afectiva? Esta actitud no sólo se limita a las conversaciones individuales, valga como testimonio el párrafo siguiente, extraído de un artículo sobre la pedagogía del latín, por otra parte neutro e informativo:

«Gloria pues al latín, y abajo el esperanto, mezcla de artificioso mal gusto y de esperanzas frustradas» (GP., 1985).

Esta frase, sin relación con el conjunto, da la impresión de un acceso emocional surgido, como una burbuja, de quién sabe que profundidades del inconsciente. ¿Por qué?

2. Mecanismos de defensa

El discurso sobre el esperanto o sobre el campo más vasto de la comunicación lingüística internacional, tal como el que se obtiene fácilmente al pedir a un interlocutor que opine libremente sobre este idioma o como el que se presenta en asambleas a las que se les plantea la cuestión, se manifiesta en el análisis caracterizado por la puesta en marcha de de los mecanismos de defensa clásicos: El sujeto organiza inconscientemente tácticas destinadas a evitar hacer frente a una realidad presentida como algo amenazante. He aquí algunos ejemplos.

a) Negación

El esperanto está considerado como inexistente en los contextos en los que sería lógico tomarlo en consideración. Es así como en el volumen Le Langage de l’Encyclopédie de la Pléiade (Martinet, 1968), que en 1525 paginas, trata tanto de jergas y argot como de traducción y afasia, sin embargo, no contiene descripción alguna, como no sea un párrafo, de este fenómeno desconcertante: una lengua conocida sólo por una persona hace un siglo, pero que hoy es utilizada en el mundo entero por una diáspora . Igualmente la experiencia de la que se dispone sobre el esperanto como lengua de conferencias es considerable: Desde 1985, no ha habido ni un sólo día en el que en alguna parte del mundo no se haya celebrado un congreso, un encuentro, una reunión internacional, en la que ésta no haya sido la lengua de trabajo.

Cuando la ONU , por ejemplo, estudia en profundidad los problemas de comunicación lingüística, sería coherente el tener en cuenta esta experiencia, aunque luego se descarte, tras un examen, mediante razonamientos explícitos. Pero este no es el caso (King et al., 1977; Allen et al., 1980; Piron, 1980).

Incluso un lingüista, examinando precisamente el tipo de comunicación realizada cotidianamente en esperanto, aborda la cuestión como si tal experiencia no se hubiese realizado jamás. Mientras que los economistas se dedican a poner a punto una moneda común en Europa, ¿por qué no trataríamos nosotros de crear una «Eurolengua»? (Lord, 1974, p.40).

La primera reacción de un industrial frente a un problema de producción, consiste en darle vueltas a todas las soluciones aplicadas por doquier para determinar, antes de buscar una fórmula nueva, si no existirá ya una que le satisfaga. Esta manera de proceder, tan natural en la vida normal, no ha sido jamás adoptada en el caso de la comunicación lingüística internacional. El caso es tabú. Se hace negación de la realidad.

b) Proyección

La proyección consiste en atribuir al prójimo elementos psíquicos que se hallan en el sujeto, pero de los que no tiene consciencia. Un buen ejemplo se nos ofrece mediante la frase:

«Los esfuerzos desplegados con vistas a elaborar lenguas universales, que podrían ser adoptadas sin prejuicios y aprendidas sin dificultad, lenguas como el esperanto, proceden a la vez de una noble intención y de una perfecta ignorancia de qué es y como funciona una lengua.» (Laird, 1957, p. 236).

De hecho, el esperanto responde a todos los criterios admitidos en lingüística para definir una lengua (Bosko, 1975a ; Bosko, 1975b; Martinet, 1967, p. 20; Wood, 1979). El autor que parte del principio de que esto no es así,¿no debería situar en su persona la «perfecta ignorancia», que él atribuye a su prójimo? (sobre el modo en que funciona el esperanto, ver el artículo del linguïsta italiano Alessandro Bausani «L’esperanto, una lingua che funziona»; Bausani, 1961).

A menudo, se le imputa gratuitamente al esperanto características que lo convierten en una amenaza destructiva o en una especie de mutante monstruoso. Como prueba, el pasaje siguiente debido a la pluma de un profesor de lenguas americano:

«La lengua, como el amor o el alma, es algo vivo y humano, aunque sea tan difícil de de definir; es el producto natural del espíritu de una raza, no de un hombre solo…Las lenguas artificiales son repugnantes y grotescas, como los hombres provistos de piernas o de brazos metálicos o de marcapasos insertado en el corazón. El Dr. Zamenhof, como el Dr. Frankenstein, ha creado un monstruo hecho con piezas y trozos vivientes, y, Mary Shelley ha tratado de decirnos, nada bueno puede salir». (Arbaiza, 1975, p. 183).

¡Ojalá este autor, que juzga «repugnantes y grotescos» a quienes un accidente, una enfermedad o una determinada malformación obliga a utilizar una prótesis, no tenga que llevarla jamás!

Pero sea lo que fuere, está claro que este texto emana de una capa irracional del psiquismo y se dirige a la parte irracional del lector. Tiene más de pesadilla que de estudio objetivo de la realidad. Hay en él, manifiestamente, una proyección sobre la lengua de un núcleo fantasmal, como el Golem, o el Autómata definido por Baudouin (1950, pp. 225229). En lugar de estudiar la lengua en su realidad lingüística, literaria, psicológica y social, se hace una especie de personaje onírico animado de intenciones perversas, sin percibir lo que tiene de delirante, en el sentido psiquiátrico del término.

c) Racionalización

Las tomas de posición irracionales son defendidas con gran profusión de argumentos convincentes. Dicho de otra manera, como en el discurso paranoico clásico, la construcción intelectual es de una lógica rigurosa. Sólo la ausencia de inserción en los hechos desvela su carácter imaginario.

Por ejemplo, se atribuye al esperanto una naturaleza europea, flexional y analítica lo que se explica por el hecho de que Zamenhof sólo conocía lenguas indoeuropeas. Pero ninguna de estas afirmaciones ha sido comprobada. Realmente, una parte importante, de las características del esperanto, vuelve a su sustrato poli étnico, especialmente a las aportaciones asiáticas y húngaras (la actividad literaria esperantófona, entre las dos guerras, se ha centrado en una pléyade de autores magiares: La Escuela de Budapest; el húngaro no es una lengua indoeuropea). Uno de los rasgos principales de la lengua, el empleo, en calidad de vocablos autónomos, de elementos que, en Zamenhof, no eran más que afijos procedentes en gran medida de las transformaciones que ha sufrido la lengua a causa de su adopción por personas de lengua materna china, vietnamita y japonesa.

Zamenhof conocía bien una lengua no indoeuropea: el hebreo, y su obra lleva su marca; por ejemplo, el campo semántico del monema -ig-, «volverse, hacerse, hacer que, restituir», no tiene equivalente exacto, entre las lenguas que conocía, más que el «hif’il» hebreo (Piron, 1984, p. 26).

El esperanto funciona por aglutinación, no por flexión. Los enunciados pueden ser aquí tanto sintéticos como analíticos (la idea «iré al hotel en taxi» puede ser expresada tanto por el sistema llamado analítico de las lenguas modernas occidentales, es decir con ayuda de preposiciones: mi iros al hotelo en taksio, como por modo sintético de las lenguas antiguas o de las actuales como el turco o el finés: mi taksios hotelen). El estudio de textos y de grabaciones de conversaciones, revela que las formas sintéticas son muy frecuentes en el esperanto de hoy. Por otra parte, si, en el plano léxico y fonético, el esperanto es indoeuropeo, no lo es, por supuesto, en el plano de las estructuras: ninguna lengua lengua indoeuropea se compone como ella de monemas (elementos significantes) rigurosamente invariables, rasgo que caracteriza, por ejemplo, al chino.

d) Aislamiento

El aislamiento consiste en separar del contexto y en juzgar sin referencias. Cuando un autor dice, hablando de lenguas:

«Ocurre también que ellas nacen, pero nunca de la nada; el esperanto es un fracaso» (Malherbe, 1983, p. 368), él aísla la lengua internacional de su contexto, tanto histórico como lingüístico. De hecho, el esperanto se inserta en una larga serie de pruebas y de reflexiones que abarcan muchos siglos. Hay, en el trabajo de Zamenhof, una lenta génesis que recuerda bien alas claras la evolución de las lenguas étnicas, como la embriogénesis recapitula la filogénesis (Waringhien, 1959, pp. 19-49). Por otra parte, los monemas que constituyen la lengua son las huellas, no los elementos «sacados de la nada».

El esperanto no ha nacido más de la nada que, por ejemplo, el criollo haitiano. Una lengua aparece cuando responde a una necesidad. En las Antillas, es porque querían comunicarse entre ellos ya que los esclavos de origen africano hablaban idiomas mutuamente incomprensibles, se dotaron de una lengua mixta en gran parte basada en el lenguaje de sus propietarios blancos. Igualmente, había en el mundo, en los años 1880-1910, una fracción de la población sedienta de contactos exteriores y deseosa de ampliar sus horizontes culturales, pero sin tener la posibilidad de aprender idiomas. Estas personas se adueñaron del del proyecto de Zamenhof y, utilizándolo, se creó una lengua viva. Si las modalidades son diferentes al principio, el criollo y el esperanto nacieron, no de la nada, sino de una misma fuerza socio-psicológica: El deseo de dialogo en un contexto que conllevaba determinadas molestias.

Consideremos ahora el texto siguiente:

«Tomemos un ave, un cisne de nuestro lago por ejemplo, desplumadlo completamente, sacadle los ojos , sustituid su pico plano por el de un buitre o de un águila, injertad en los muñones de sus patas los zancos de una cigüeña, meter en sus órbitas las pupilas de un búho (…); seguidamente, lo insertáis y gritáis: «He aquí el ave universal», y así os haréis una pequeña idea de la sensación de pavor que ha producido sobre nosotros esta terrorífica carnicería, esta vivisección nauseabunda, que no ha cesado de importunarnos bajo el nombre de esperanto u lengua universal.» (Cîngria, pp. 1-2).

Este pasaje, que revela igualmente el mecanismo de «proyección», proyección del núcleo fantasmagórico sobre un medio de comunicación lingüística que no exige tanto, demuestra una intensa reacción afectiva («terrorífica carnicería», «vivisección nauseabunda») . Pero si se elimina de él la «descripción fotográfica», sólo se encuentran dos críticas:

a) El esperanto procede de una intervención humana sobre un «ser vivo».
b) El esperanto es una lengua heterogénea.

La conclusión no sería aceptable más que con tres condiciones: Que una lengua fuese un ser vivo en el sentido biológico del término; que la intervención del hombre sobre el ser vivo fuese automáticamente nefasta; que una lengua heterogénea no pudiese servir para la comunicación.

Hipnotizado por la visión de su pesadilla, el autor aísla la imagen de todas estas consideraciones. No ve que la asimilación de la lengua con un ser vivo no es más que una metáfora con la que no se debe llegar muy lejos. El ave en cuestión sufriría atrozmente. Cuando la ortografía holandesa se reformó en los años 40, la lengua no gritó, ni siquiera fue necesario administrarle anestesia alguna.

Sin embargo, es frecuente que el hombre intervenga con éxito sobre los seres vivos. El hambre sería mucho más dramática en la India si no se hubiese conseguido, por intervención consciente, producir nuevas clases de cereales. Y no habría ni perro, ni rosa, ni pan, si el hombre no hubiese intervenido deliberadamente en la naturaleza, aplicando inteligentemente los recursos de su creatividad. Finalmente, si la heterogeneidad fuese un impedimento, el inglés no podría ser una lengua satisfactoria. El análisis lingüístico revela que es más heterogéneo que el esperanto:

En el caso de una lengua como el inglés, nos hemos de enfrentar con muchas lenguas (como los cabellos en una trenza) unidas en una sola entidad lingüística (Lord, 1974, p. 73).

No consigo traducir el original de forma satisfactoria. El autor dice: «When we come to a language like English, we find ourselves dealing with several languages rolled into one».

El esperanto es más homogéneo porque las leyes que rigen la asimilación de los préstamos son aquí más rigurosas. Lo que determina la heterogeneidad de una composición, no es la diversidad de origen de los elementos, es su carencia de armonía y de núcleo asimilador, como sabe cualquiera que haya tratado de hacer… una mayonesa.

e) idealización

Varias veces, La Asamblea Nacional Francesa ha sido requerida para estudiar proposiciones de ley tendentes a incluir el esperanto entre las lenguas extranjeras enseñadas en el nivel secundario, con el mismo rango que lenguas como el árabe, el holandés, el polaco o el occitano. La respuesta del ministerio ha sido siempre la misma: El esperanto no tiene cabida en la enseñanza de las lenguas, porque ésta «incluye el acceso a una cultura, y, para las lenguas extranjeras, a una civilización» (respuesta n° 8531 del 8 de febrero de 1982 del Ministro de Educación Nacional al Diputado Sr. Philippe Marchand). Esta respuesta, que le parece satisfactoria a casi todos, revela de hecho la idealización. Difícilmente los alumnos podrán acceder a una cultura o a una civilización si, a nivel de Bachillerato, sólo el uno por cien consigue expresarse correctamente en la lengua extranjera estudiada al lo largo de toda su escolaridad (esta situación es similar en España).

Resumiendo, si son consideraciones de orden cultural las que rigen la enseñanza de las lenguas, ¿Cómo explicar la distribución de las preferencias de los alumnos? En Francia, el 80% «eligen» el inglés, el 16% alemán, el 3% el español y menos de un 1% otras lenguas. ¿La cultura anglosajona presenta un interés superior a las otras en una proporción similar? No hay paralelismo entre el lugar respectivo de las culturas en la civilización humana y su lugar, en Francia, en la enseñanza de las lenguas.

La verdad es que si el inglés se enseña tan frecuentemente, es porque los padres lo piden. Y no lo piden por aprecio a la cultura anglosajona. Lo piden porque quieren dotar a sus hijos de un medio de alcanzar el éxito en la vida y porque les parece que el inglés puede proporcionar más posibilidades de alcanzar este objetivo. El acceso a una cultura o a una civilización extranjera prácticamente no se produce más que a nivel universitario, especialmente por el escaso número de jóvenes que estudian letras. El argumento del ministerio, que no tiene en cuenta los hechos (el conocimiento de las culturas extranjeras es más profundo en una muestra de esperantófonos que en una muestra aleatoria de población con el mismo nivel de instrucción), pone de manifiesto este mecanismo de defensa que se llama idealización. La realidad de la enseñanza de las lenguas es aquí reemplazada por una visión ideal, sin relación alguna con la autentica realidad.

ETIOLOGÍA: LA ANGUSTIA SUBYACENTE

Los mecanismos de defensa tienen la misión de proteger al ego contra la angustia. Su intervención en el caso que nos ocupa debe, pues, significar que el esperanto, en las profundidades del psiquismo, se vive como experiencia angustiosa.

1. La defensa del statu quo

En ciertos aspectos, la resistencia al esperanto es comparable a la oposición con la que se toparon Cristóbal Colón y Galileo: Un mundo estable y perfectamente ordenado era trastornado por esas nuevas teorías que hacían perder a los humanos sus cimientos milenarios. Del mismo modo, el esperanto llega a alterar un mundo en el que a cada pueblo le corresponde una lengua y cuya lengua es recibida de los antepasados como un bloque al que ningún individuo sabría cómo tocar. Lo que demuestra que la lengua no es forzosamente un regalo de los siglos pasados si no tal vez el resultado de una convención. Tomando como criterio de corrección, no la conformidad a la autoridad, si no la eficacia de la comunicación, se alteran las relaciones humanas, reemplazando un eje vertical por un eje horizontal. Por lo que de este modo se atacan demasiadas cosas profundas sobre las que no existe el menor deseo de que se haga la luz. Por ejemplo, ¿que ocurriría con la jerarquía de las lenguas? El gaélico, el holandés, el francés, el español, el inglés… se sitúan a distintos niveles tanto en la mente de las personas como en la mayoría de los textos institucionales. Si para comunicarse personas de diferentes lenguas, se adopta el esperanto, esta jerarquía pierde su razón de ser.

2. La lengua como valor sagrado y símbolo de identidad.

Pero la lengua no es únicamente un fenómeno social, exterior. Está entretejida en el mismo tejido de nuestra personalidad. «He mamado el catalán con la leche de mi madre», decía una persona interrogada en el ámbito de la investigación que ha servido de base al presente artículo. Nuestros conceptos tienen una tonalidad afectiva de una capital importancia para el comportamiento. El núcleo afectivo del concepto «lengua» se sitúa en la relación con la madre, razón por la que, sin duda, la mayoría de los pueblos llaman «materna» a la lengua aprendida en el seno de la familia. Entre el bebé que no puede más que llorar para expresar su sufrimiento, no obteniendo a menudo mas que reacciones inadecuadas (ya que la madre no sabe que hacer) y el niño de tres años que explica mediante palabras lo que le ocurre, se ha producido un cambio que el niño vive como milagroso.

Éramos demasiado pequeños, cuando aprendimos a hablar, como para percatarnos de que no se trataba realmente de un banal proceso de aprendizaje. Entonces, recibimos un regalo mágico, un juguete divino. Antes éramos incapaces de explicarnos y de repente, sin comprender el por qué, nos encontramos dotados de un talismán que realiza toda clase se milagros y enriquece, en una medida inaudita, algo sin lo cual no podríamos vivir: La relación humana. La necesidad de sentirse entendido y comprendido es una de las necesidades más fundamentales del niño. Sin el lenguaje, ¿qué le quedaría entonces? La actitud de los padres, luego la larga influencia de la escuela, que presenta la lengua como una norma intocable y la llave de todas estas bellezas que son la obras literarias, no hacen más que reforzar este núcleo afectivo. En este contexto psicológico, pretender que una lengua «fabricada» por un casi contemporáneo (se confunde siempre el esperanto con el proyecto de Zamenhof) pueda funcionar igual de bien que la lengua materna, es insultarla, es despojarla del estatuto de talismán mágico que ella ha guardado siempre en lo más profundo de nuestro ser, incluso si a nivel consciente la concebimos de forma más sobria. Estamos ante un sacrilegio insoportable. Esto es sin duda para evitar una desacralización tal que algunos esperantófonos, por un movimiento psicológico totalmente comprensible, ya que preserva una atmósfera suprahumana que tiene su valor, dicen que la obra de Zamenhof no es explicable por él sólo y lo atribuyen a una inspiración de las Alturas.

Pero esto no es todo. Cuando se exploran las reacciones psicológicas suscitadas por la palabra esperanto, choca ver la cantidad de personas que no soportan la idea de que esta lengua pueda ser, por ciertos rasgos, superior a su lengua materna. Esta reacción procede de la identificación de la lengua a la persona: Mi lengua es mi pueblo y éste soy yo; si mi lengua es inferior, mi pueblo es inferior y yo soy inferior. Declarando al esperanto a priori sin valor y formulando este juicio como una evidencia, estamos salvados: Un pase mágico humanamente comprensible, pero socialmente inadmisible. Si se priva, de este modo, a la población mundial de un modo de comunicación internacional (incluidos los diferentes pueblos que forman esas naciones) que facilitaría la vida y representaría un ahorro fantástico.

3. Miedos diversos

El estudio de las reacciones al esperanto por el método de la entrevista clínica, pone en evidencia toda clase de miedos subyacentes que sería imposible tratar detalladamente aquí. Destaquemos ocho :

a) Miedo al riesgo

El esperanto está considerado por por las instancias oficiales y por algunas instituciones prestigiosas como algo carente de valor, por ello, si uno se pronuncia en su favor puede quedar en evidencia. Es pues menos arriesgado repetir eso que todos dicen y que parece corresponder a la actitud de los dirigentes o de la elite intelectual.

b) Miedo al contacto directo.

Pasar por la traducción o por una lengua que no se domina lo suficientemente como para permitir intercambios profundos, directos y matizados tiene algo de tranquilizador. El encuentro personal, en unas condiciones de perfecta facilidad de comunicación, entre mentalidades radicalmente diferentes podría tener un efecto desorientador. Este miedo es injustificado, ya que el esperanto se inserta en en nuestras estructuras mentales a un nivel más cercano a la verbalización espontánea que cualquier otra lengua (Piron, 1987b). Un joven japonés que dio la vuelta al mundo alojándose en cada etapa en casa de los esperantófonos locales, contó los inconvenientes que representaron para él estos encuentros directos con personas que luego, puesto que manifestaban lo que ellos realmente eran , reconsideraron toda su concepción de la vida (Kiotaro Deguti, 1973).

c) Miedo a la regresión infantil

Se confunde «simple» con «simplista» e «infantil», por lo que la idea de que el esperanto no puede servir para la expresión del pensamiento verdaderamente adulto, con un alto nivel de abstracción. Se aísla así el factor «simplicidad» de su complemento que cambia lo cambia todo: la combinatoria ilimitada. Es el error que cometería un chino que mirando por encima-encima nuestro alfabeto de 28 letras, lo juzgase demasiado elemental y rechazase la posibilidad de que con él se pudiese aprender esperanto con muy poco esfuerzo y acceder así a muchas más riquezas culturales y a contactos de una variedad sensiblemente mayor, es decir, en el lenguaje afectivo del inconsciente, a una potencia superior.

d) Peur de la transparence.

On imagine que l’espéranto va mettre dans la pensée une clarté insupportable : «l’élément affectif si important dans le langage trouve difficielement sa place dans cette langue claire où tout est explicite, cette langue plus précise que la pensée» (Burney, 1966, p. 94).

Cette affirmation, comme tant d’autres publiées au sujet de l’espéranto, est un pur préjugé. L’observation de la communication telle qu’elle se présente en pratique, montre que l’élément affectif s’y exprime mieux que dans bien des langues, peut-être parce que l’expression n’est pas inhibée par les irrégularités et incohérences lexicales et grammaticales qui encombrent la plupart des idiomes. En fait, on peut être chaotique et flou en espéranto aussi bien que dans toute autre langue.

e) Peur de la facilité perçue comme infériorité.

On croit qu’une solution plus compliquée a plus de valeur qu’une solution facile. Choisir la solution difficile satisfait un certain orgueil qui confère un sentiment d’importance réconfortant.

f) Peur de la perte d’une supériorité.

Comme l’a fait remarquer le psychanalyste Flügel (1925), l’acquisition d’une nouvelle langue constitue une augmentation de puissance. Pour celui qui a peiné pendant des années pour maîtriser tant bien que mal une langue étrangère qui lui donne accès à un monde limité, il est profondément vexant de voir quelqu’un qui a fait nettement moins d’efforts en apprenant l’espéranto accéder par là à beaucoup plus de richesses culturelles et à des contacts d’une variété sensiblement plus grande, c’est-à-dire, dans le langage affectif de l’inconscient, à une puissance supérieure.

g) Miedo a la heterogeneidad

Es una proyección del miedo a la fragmentación sobre el dominio de la comunicación lingüística. Debido a la identificación de la persona con la lengua, el esperanto se presta a la proyección sobre él de las emociones relativas al conjunto de nuestra personalidad . Por eso, es sentida, a nivel inconsciente, como una construcción frágil hecha con la ayuda de elementos contradictorios y siempre a punto de dislocarse.

h) Miedo a la nivelación y a la destrucción

El esperanto es percibido como un rodillo compresor que va a destrozar todo a su paso, aplastando especialmente las diferencias culturales:

«Está orientado hacia la supresión gradual de las tradiciones» (Accontini, 1984, p. 5).

Hay en la proyección sobre la lengua de Zamenhof elementos pertenecientes bien a eso que Freud llamó los instintos de muerte, bien al núcleo afectivo inconsciente descrito por Charles Badouin bajo el nombre de Autómata (Baudouin, 1950, pp. 225-229). Este miedo carece de base objetiva, como lo demuestra la observación del entorno esperantófono, donde las diferenciaciones culturales así como el respeto a cada tradición y a cada lengua son muy acentuados. En realidad, este miedo es el resultado de un desplazamiento: el que, de forma objetivamente verificable, provoca una nivelación y una destrucción de los valores culturales particulares es una manía para un anglosajón primario, sin gran relación con los valores británicos o americanos, pero asociado a la lengua inglesa.

El hecho de que la juventud de Seúl, de Moscú y de Berlín baile, llevando los los mismos vaqueros, con los mismos ritmos importados del mismo país, los Estados Unidos, pone de manifiesto un efecto nivelador que no se aprecia en parte alguna en el mundo del esperanto.

4. Conclusión : la función histórica de la resistencia psicológica

La razón de las reacciones afectivas citadas más arriba se hacen ahora más claras: el interesado tiene miedo. El teme que se le arrebate o deteriore un tesoro sagrado que resplandece en el fondo de su psiquismo, de una belleza mágica que nada tiene derecho a sobrepasar: la lengua materna, símbolo de su identidad. Igual que un gorrión encerrado, que enloquecido, no cesa chocar contra el cristal de la ventana sin ver que al lado hay una puerta abierta, no tiene la serenidad necesaria para mirar tranquilamente lo que es realidad, este esperanto que parece desacralizar la noción misma de lengua. Está atrapado en un circulo vicioso: para dejar de tener miedo, sería necesario mirar de frente a la realidad, pero para atreverse a ir a allí a ver esta realidad, sería necesario dejar de tener miedo.

Semejantes reacciones, ilógicas, pero típicamente psicológicas, no existirían sin la intervención de factores políticos y sociales, transmitidos por los medios de comunicación, que sería imposible de analizar aquí y que han sido tratados en otra parte (Piron, 1987a, pp. 22-28 et 34-36). Ellas suponen en efecto una influencia subliminal, comparable a la de la publicidad y la propaganda política, basada en una desinformación involuntaria, autoalimentada desde principios del siglo pasado. ¿Como comprender si no que los niños y adolescentes no presentan casi nunca una reacción a priori negativa hacia el esperanto, aún cuando todos los elementos afectivos desencadenantes de los mecanismos de defensa de los adultos están también presentes en ellos? Manipulado por sus inconscientes, el hombre del siglo XXI no se percata de que habría que estudiar los hechos antes de emitir un juicio sobre el esperanto. Algo que tal vez pueda lamentar.

Pero, en una perspectiva histórica, se notará que estas reacciones han tenido un efecto positivo. Una aceptación general del embrión lingüístico compuesto por Zamenhof lo habría sometido controversias de las que no no habría salido vivo. Estaba en ese estadio demasiado frágil, demasiado incompleto. Tenia necesidad de un período de vida en un ámbito restringido, pero multicultural, para que se introdujesen los ajustes necesarios, que se definiesen los campos semánticos, que las lagunas se colmatasen de forma natural, mediante el uso.

Por otra parte, las relaciones lingüísticas han sido siempre relaciones de poder. La idea de reemplazarlas por relaciones de igual a igual, confiriendo a la más pequeña (en número de usuarios) de las lenguas el mismo estatuto que gozan las de los gigantes económicos y culturales, era demasiado perturbador para que la humanidad pudiese adaptarse de golpe sin perjuicio alguno. Los cambios de mentalidad exigen una asimilación lenta.

De un siglo de desafíos, de un siglo de pruebas políticas e intelectuales, el esperanto sale considerablemente vigoroso, flexible y afinado. Es una lengua con una acusada personalidad, tan viva como el francés de Rabelais. Ella estimula la creatividad lingüística de una manera a menudo terapéutica, pues obliga a reencontrar el derecho ilimitado que gozaba el niño en edad preescolar de crear sus propias palabras, pero con la posibilidad de aplicar esta facultad a otras nociones por muy propias de adultos que sean. La existencia de esta vitalidad, de esta creatividad, todavía es negada por la mayoría, pero siempre a priori. Tan pronto como un autor se basa en el estudio de los documentos del esperanto vivo, reconoce su gran vitalidad. Sea lo que fuere, la resistencia opuesta al esperanto parece desvanecerse en la actualidad. ¿No será, simplemente, por que ha dejado de ejercer su función?

El comportamiento de la sociedad frente al problema de la comunicación lingüística presenta todos los signos del masoquismo. Las personas son a la vez cómplices y victimas de un sistema que soporta una suma fantástica de frustraciones, aun cuando ellas tienen a mano un medio simple y eficaz de evitarlas. Un medio cuya calidad es fácil de comprobar. Pero el reflejo más corriente tan pronto como se le evoca, es el rechazo. Lo que confirma la hipótesis de un masoquismo social, es la amplitud del desvío de recursos que implica este rechazo de lo real. Las complicaciones enervantes y evitables, como resultado del sistema actual, las pagan financieramente los ciudadanos, mediante sumas astronómicas, tanto como sujetos pasivos de los impuestos directos (IRPF), como indirectos sobre el consumo (IVA). El precio en dinero, en tiempo en esfuerzos, en energía nerviosa, en sufrimientos, en injusticia lo da el adagio «¿por qué hacer las cosas sencillas si se pueden hacer mucho más complicadas?», sobrepasa de lejos cualquier tentativa de evaluación.

¿Se dirá que no se trata de masoquismo, sino de un malentendido?. En efecto, algunos creyeron entender que el esperanto tenía por objeto la sustitución de todas las lenguas y lo descartaron inmediatamente para defender los valores de su cultura y de su identidad. Si se trataba de matar la diversidad lingüística del mundo, su reflejo sería completamente loable. Pero no es esta la cuestión. El inglés será siempre el mejor medio de comunicación entre anglófonos. En cambio entre, digamos, un coreano y un sueco, el esperanto se revela mucho más agradable y mucho más eficaz que el inglés, tras un aprendizaje de ocho a diez veces inferior. El esperanto siempre ha sido propuesto solo como un medio de comunicación entre personas de lenguas diferentes. La explicación por el malentendido es tal vez válida para una parte de la población. Pero no lo es en absoluto a nivel de ministerios, de instancias internacionales, cátedras de lingüística y de sociología, y mucho menos para los medios de comunicación.

Otra hipótesis debe ser combinada sin duda con la del masoquismo: la capa de población lingüísticamente cultivada desearía, tal vez de modo inconsciente, conservar su superioridad. Quienes poseen una de las grandes lenguas utilizadas en las relaciones internacionales gozan de una ventaja considerable a la que no están dispuestos a renunciar.

Esto es cierto particularmente en el tercer mundo, donde la pequeñísima franja de población que sabe inglés o francés detenta, por este simple hecho, el poder. Si esto es así, el masoquismo de las grandes masas se uniría a la equivocación practicada por las «élites», quizás de buena fe, para mantener una situación de injusticia que ellos aprovechan.

Poniendo al alcance de los pequeños, de los oscuros, de los sin grado, el esperanto altera un aspecto de la estratificación social. ¿Quién sabe si algunos no viven esta democratización potencial como una amenaza? Pasar del registro del súper-yo al registro del yo no es forzosamente atrayente. Sobre todo para aquellos que, detentando el poder, se identifican con el súper-yo.

Fuente: claudepiron.free.fr – Las reacciones psicológicas al esperanto

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