RESUMEN: ¿Qué es la libertad? ¿Se debe limitar la libertad? ¿Se deben prohibir cosas? ¿Qué es la falacia de la libertad? Éstas son las principales preguntas que aquí voy a responder.
Defender prohibiciones (éticas o legales) al mismo tiempo que se acusa a otros de que «atentan contra la libertad porque prohíben cosas» es hacer uso de la falacia de la libertad. La falacia de la libertad cambia el significado de la palabra «libertad» que es «todo lo que alguien puede hacer» por «todo lo que alguien puede hacer, excepto violar MIS normas», para de esta manera imponer las propias normas a otros sin fundamentarlas racionalmente. Quienes apelan a la libertad manipulan el significado de esta palabra. La libertad es la facultad de poder elegir pensar o hacer una cosa u otra, es decir, cuanto mayor es el número de opciones entre las que alguien puede elegir, mayor es el grado de libertad que tiene. La Ética dice qué se debe y qué no se debe hacer, es decir, nos impone limitaciones racionales que mediante la libertad elegimos cumplir o no cumplir. La llamada «ética de la libertad» defiende un «Principio de no agresión» defectuoso que considera éticamente correcto el asesinato por omisión y que está rebatido porque sí es posible violar un derecho mediante una omisión.
Palabras clave: autoridad, derechos, Derechos Humanos, derechos individuales, ética de la libertad, falacia de la libertad, individualismo metodológico, libertad, jerarquía, leyes, poder, política, Principio de no agresión, prohibición, propiedad
Mostrar antecedentes que llevaron a la «defensa de la libertad»
La monarquía absoluta es una forma de gobierno en la que el monarca (lleve el título de rey, emperador, zar o cualquier otro) ostenta el poder absoluto y que heredarán sus hijos. En la monarquía absoluta no existe división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial). Aunque la administración de la justicia pueda tener una autonomía relativa en relación al rey, o existan instituciones parlamentarias, el monarca absoluto puede cambiar las decisiones o dictámenes de los tribunales en última instancia o reformar las leyes a su voluntad: la palabra del rey es ley. El rey nombra y retira a sus asistentes en el gobierno a su voluntad. La unidad de todos los poderes suele considerarse justificada por considerar que la fuente del poder es Dios y que los monarcas ejercen la soberanía por derecho divino. No hay mecanismos por los que el soberano (que no reconoce superiores) responda por sus actos, si no es ante Dios mismo, es decir, ante nadie. Estas ideas pertenecen al derechismo conservador.En las Revoluciones burguesas del siglo XVIII (Revolución Francesa de 1789, etc.) la ideología liberal, apoyada por las masas oprimidas, venció a la monarquía absoluta, lo cual propició que la burguesía se convirtiera en la nueva clase dominante de la sociedad, y entonces los liberales implantaron un nuevo modo de producción y de relaciones económicas: el capitalismo. A partir de entonces se asoció el concepto de libertad con los conceptos de justicia e igualdad, y se exaltó el valor del individuo, hasta entonces olvidado tras la sombra del monarca absolutista. Como dijo Michel Foucault (1926-1984): «antes del fin del siglo XVIII el hombre no existía» (el reconocimiento de derechos humanos).
1. Algunas personas confunden las normas éticas con castigos.
Una norma ética es «algo que a priori no se debe hacer», es decir, es una prohibición racional. En cambio, un castigo es lo que debe ocurrir si una persona quiso violar o violó una norma. Por ejemplo, por un lado está la norma ética «a priori no se debe matar a quien quiere seguir viviendo», que es una prohibición racional, y por otro lado está el castigo, es decir, lo que debe ocurrir si una persona intentó matar o mató a quien quería seguir viviendo. En otro artículo hablo sobre castigos[1], pero en éste hablaré sobre normas éticas.
2. Algunas personas dicen que «no debe haber normas, ¡prohibido prohibir!».
El absurdo lema de «¡prohibido prohibir!» se hizo popular en los movimientos estudiantiles de mayo de 1968 en Paris (Francia). Es absurdo decir que «no debe haber normas» porque eso es una norma. Como mínimo existe una norma y esa norma no es la norma «no debe haber normas» porque esa norma es absurda, es decir, contradictoria. Por lo tanto, es lógico que deben existir normas, pues existen sujetos con intereses que inevitablemente las imponen. Si estos existen, es imposible que no haya normas.
3. Algunas personas, cuando algo no les gusta, dicen que «no somos libres, debemos ser libres».
Estas personas suelen protestar diciendo que «no somos libres» para expresar que no están de acuerdo con alguna ley o gobierno. Por lo tanto estas personas presuponen que «podemos estar vivos, pero no ser libres».
Sin embargo, la Realidad es que «ser libre» significa el poder hacer lo que uno quiere hacer, es decir, la capacidad de elegir lo que uno quiere (libre albedrío)[1] y esa es una característica que nos acompaña en mayor o menor medida durante toda la vida.
Por lo tanto siempre somos libres mientras estamos vivos. Por ejemplo, cuando castigan a alguien encerrándole en una prisión sigue siendo libre: lo que ocurre es que se le ha limitado la libertad de movimiento y su libertad de establecer relaciones personales tan restringidas que eso le causa sufrimiento. Sólo cuando alguien muere, deja de ser libre. Otro ejemplo es cuando alguien dice que «los animales deben ser libres», sin embargo siempre son libres y lo que debe ocurrir es que se proteja su derecho a la salud y a la vida.
Dentro de esa libertad, somos libres (o tenemos libertad) PARA hacer unas cosas y no somos libres (o no tenemos libertad) PARA hacer otras cosas que físicamente no podemos hacer. Por ejemplo, yo no soy libre (o no tengo libertad) PARA levantar 500 Kg. Es muy importante tener presente ese LIBERTAD PARA HACER QUÉ.
4. Algunas personas ponen la norma «debe haber libertad».
Todos los días los «defensores de la libertad» nos «bombardean» con la norma «debe haber libertad». Otras veces especifican: «debe haber libertad de prensa», «debe haber libertad de expresión», «debe haber una economía de libre mercado», etc., incluso dicen que «debe haber libertad de pensamiento», como si pudiera ser posible que otros pudieran impedirte pensar lo que quieres pensar.
Ideologías como el liberalismo clásico y sus variantes («objetivismo», anarcocapitalismo, liberalismo libertario o libertarismo, etc.), el anarquismo, la pseudoizquierda, etcétera, están enfrentadas entre sí en algunas ideas, por ejemplo en si debe existir el Estado (o sobre el tamaño que éste debe tener), sobre la propiedad privada y pública, etc., pero todas ellas defienden la «libertad»(1), asociándola a emociones positivas y a «el bien» y por tanto asociándola a lo «éticamente correcto» (Libertad = Libertades = Bueno = Bien = Éticamente correcto).
El error de estas personas es que usan la palabra «libertad» como si no fuera una característica o facultad de la conciencia, sino como si fuera lo éticamente correcto, dependiendo de la ideología de quien la defiende.
Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), en su primera acepción, la «libertad» (Del latín, libertas, -ātis) es «la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos»(2). Por lo tanto la libertad es la supuesta capacidad[1] que posee cada conciencia desde que existe hasta que deja de existir, y gracias a la cual puede elegir qué pensar y qué hacer, sin estar determinada por una causa anterior.
Los sujetos SIEMPRE tienen libertad durante su existencia, lo que cambia es el número de opciones entre las que pueden elegir. Por lo tanto cuanto mayor es el número de opciones entre las que alguien puede elegir, mayor es el grado de libertad que tiene.
5. Algunos «defensores de la libertad» parece que defienden que tenemos derecho a hacer lo que nos de la gana, como si estuvieran en contra de cualquier prohibición.
Por ejemplo, el miércoles 28 de julio de 2010 el Parlamento de Cataluña prohibió las corridas de toros en dicha autonomía española, así como prohibe otras cosas con cada ley que aprueba. En la calle, taurinos enfurecidos se manifestaban gritando cosas como «¡queremos libertad!», como si fueran robots que no la tuvieran. Aunque los taurinos defienden unas normas que prohíben determinadas cosas, contradictoriamente gritaban «¡prohibir es de dictaduras!», o gritaban un absurdo «¡prohibido prohibir!», y acusaban de «liberticidas», de «dictadores» y de «totalitarios» a los parlamentarios que votaron a favor de la norma legal que prohibía la tauromaquia en Cataluña y también acusaban a todo aquel que estaba de acuerdo con dicha prohibición.
Defender prohibiciones (éticas o legales) al mismo tiempo que se acusa a otros de que «atentan contra la libertad porque prohíben cosas» es hacer uso de la falacia de la libertad. La falacia de la libertad cambia el significado de la palabra «libertad» que es «todo lo que alguien puede hacer» por «todo lo que alguien puede hacer, excepto violar MIS normas», para de esta manera imponer las propias normas a otros sin fundamentarlas racionalmente.(3) Lo relevante es saber si unas normas son racionales o arbitrarias, independientemente de que sean democráticas o no.[3]
Mostrar Ejemplos de uso de la falacia de la libertad»Ejemplos de uso de la falacia de la libertad
Es habitual el uso de la falacia de la libertad para imponer las normas de un determinado tipo de democracia y de un determinado sistema económico. Por ejemplo, Friedrich Hayek (1899-1992), padre del neoliberalismo (liberalismo coherente) y referencia intelectual de Margaret Tacher (1925-2013), dijo: «la democracia es imposible sin una economía libre», con lo que éste viene a decir que: «una economía no capitalista es una dictadura», imponiendo de esta manera unas normas capitalistas en lugar de normas socialistas. De hecho, el 12 de abril de 1981, durante su visita al Chile del dictador derechista Augusto Pinochet (1915-2006), Hayek llegó a decir: «Mi preferencia personal se inclina a una dictadura liberal y no a un gobierno democrático donde todo liberalismo esté ausente». La falacia de la libertad es usada ideológicamente para imponer globalmente las normas del liberalismo y su sistema económico capitalista tras una falsa apariencia de democracia.
El documental «The Corporation, ¿instituciones o psicópatas?» nos muestra cómo actualmente el derechismo corporativista está acabando con la democracia e imponiendo una ideología psicópata en la sociedad y en la legislación.
6. Algunos «defensores de la libertad» reconocen que hay cosas que deben rechazarse éticamente y entonces te hablan de los «derechos individuales» o de «derechos civiles».
Sin embargo, estas personas insisten en usar la falacia de la libertad que hemos explicado antes, pues dicen que la libertad no debe ser limitada. Por ejemplo, dicen que un humano no debe matar a otro porque «matar a alguien no es hacer uso de la libertad, sino libertinaje» (Libertinaje = Violencia = Malo = Mal = Éticamente incorrecto). De esta manera pretenden proteger la palabra «libertad» de emociones negativas y de lo éticamente incorrecto. John Locke (1632-1704) ya usaba dicha manipulación. Los «defensores de la libertad», por ejemplo los liberales, dicen que el «libertinaje» es éticamente incorrecto y se debe prohibir porque viola los «derechos individuales» (a veces los llaman «derechos civiles», «la ley moral» o «ética de la libertad»).
Sin embargo, la Realidad es que hacemos uso de nuestra libertad si matamos a otros, pues podemos hacerlo, pero a priori no debemos hacerlo porque es éticamente incorrecto.
En el siguiente vídeo podemos escuchar al anarcocapitalista Francisco Capella explicando y defendiendo la «ética de la libertad», la cual consiste en su esencia en decir que es éticamente correcto asesinar mediante omisiones.
7. Los «defensores de la libertad» dicen que un «derecho individual» es el «Principio de no agresión».
Estas personas dicen que «la violencia es mala» y que por tanto es éticamente incorrecta, dicen que no se debe usar, excepto en defensa propia y contra quienes inician su uso, pero no explican mucho por qué. Según el «Principio de no agresión», la «agresión», «violencia» o «coacción» es «la amenaza de usar la fuerza» y «usar la fuerza física contra otros». Según estas personas, tenemos el derecho a que no nos agredan, entendiendo que el concepto de «derecho» sólo se refiere a que los demás no deben violar dicho derecho mediante una acción directa (a la que llaman «violencia» o «agresión»), pues dicen que un derecho no se puede violar mediante una omisión: dicen que no puede haber «violencia» en una omisión.
Podemos ver claramente la relación existente entre defender este «Principio de no agresión» defectuoso y defender que es éticamente correcto el asesinato por omisión. Este «Principio de no agresión» defectuoso está rebatido porque la idea de que «no se puede elegir matar a alguien mediante omisión» ya está rebatida en un artículo previo.[4] Ésta es la razón por la que el liberalismo rechaza, al menos, las siguientes normas de la Declaración de los Derechos Humanos, al considerarlas normas socialistas (son normas que protegen frente a la violencia por omisión):
Artículo 16.3: La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.
Artículo 25.1: Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.
8. Los «defensores de la libertad», en concreto los liberales, también dicen que un «derecho individual» es el «derecho a la propiedad privada».
Estas personas dicen que en ningún caso se debe robar porque eso viola el «Principio de no agresión», pero podemos comprobar que se puede robar a alguien sin amenazarle y sin usar la fuerza física contra él. Para convertir el robo en agresión, convierten el cuerpo en propiedad (y viceversa), «propiedad de uno mismo» lo llaman. De esta manera dicen que «agredir a una persona es atentar contra su propiedad», y viceversa. Según Murray N. Rothbard (1926-1995), en su libro «The Ethics of Liberty» («La Ética de la Libertad»), la Ética se fundamenta en el derecho de propiedad, el cual es «el derecho que la persona tiene a poseerse a sí misma y [a] disponer de su ser y [de] todo aquello en que imprime el sello de su acción».
Todos los liberales dicen que tenemos derecho a obtener, guardar, usar y disponer de valores materiales sin ningún límite. Es cierto que quitar a alguien lo que considera suyo es robar, pues frustra el interés de quien no quiere ser robado, por lo tanto es éticamente incorrecto, independientemente de si se roba legalmente mediante impuestos o confiscación, o de si se roba ilegalmente. El error de estas personas es creer que no pueden hacer algo éticamente incorrecto mediante una omisión. Una vez que se reconoce dicho error se llega a la conclusión de que, a priori, no se debe robar, excepto si se estima que no robar tiene peores consecuencias éticas que si se roba.[4] Ésta es la razón por la que está justificado éticamente que el Estado recaude impuestos para proteger el derecho ético a la salud y a la vida de todos los sujetos, lo cual es contrario al egoísmo individual (egocentrismo) que promueve el liberalismo.[5]
Suele acusarse de «dictaduras» a las democracias socialistas, por ejemplo a la democracia cubana, pero del hecho de que en una democracia estén prohibidos los partidos políticos liberales (así como deben estar prohibidos los partidos políticos pederastas) no convierte a dicha democracia en una «dictadura», sino en una democracia más ética y por lo tanto en una democracia mejor.
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El liberalismo rechaza el mérito porque defiende las herencias
“El derecho de herencia, en nuestra opinión, debiera suprimirse, ya que mientras exista perdurará la desigualdad económica hereditaria, no la desigualdad natural de los individuos, sino la desigualdad artificial de clases -y ello siempre engendrará la desigualdad hereditaria en el desarrollo y la formación de las mentes, y cuya continuación sería la fuente y la consagración de todas las desigualdades políticas y sociales. La tarea de la justicia es establecer la igualdad para cada uno, pues aquella igualdad dependerá de la organización económica y política de la sociedad- una igualdad con la que cada uno va a comenzar su vida, y por la que cada uno, dirigido en su propia naturaleza, será el producto de sus propios esfuerzos. En nuestra opinión, la propiedad de los difuntos debería acumularse a los fondos sociales para la instrucción y la educación de los niños de ambos sexos, que incluye la manutención de ellos desde su nacimiento hasta que alcancen la mayoría de edad.” -Bakunin
La paradoja de elegir
Barry Schwartz: La paradoja de elegir (sub. español) TED 2005 (Link)
La conclusión a la que llegamos es que la Ética es una limitación de la libertad individual, pues sin limitación de la libertad no existe la Ética. La Ética nos dice qué se debe y qué no se debe hacer, nos impone limitaciones racionales que mediante la libertad elegimos cumplir o no cumplir. Por ejemplo, la Ética le dice a la conciencia que es éticamente incorrecto matar a los demás, pero libremente podemos elegir matarlos. Por ello, las acciones éticamente incorrectas deben ser prohibidas políticamente mediante leyes jurídicas protegidas mediante la amenaza de coacción para que la Ética no sea burlada por quienes libremente eligen ignorarla; como dijo Jeremy Bentham (1748-1832): “Toda ley es una infracción de la libertad”, y así debe ser. Así, las personas que decidan actuar de manera racional cumpliran aquello que su conciencia ética les impone, y las personas que decidan actuar de manera irracional cumplirán infantilmente con sus mandatos simplemente por miedo al castigo, o actuarán de manera éticamente incorrecta y serán justamente castigados.
“La justicia sin la fuerza es irrisoria; la fuerza sin justicia es tiranía”. Blas Pascal
“Entre el fuerte y el debil, entre el rico y el pobre, entre el amo y el
sirviente, es la libertad la que oprime y la ley la que libera.” Jean-Baptiste Lacordaire, 1872
Si a la libertad individual le añadimos el hecho de que no vivimos sólos sino que compartimos la realidad con otros individuos que también tienen intereses entonces la libertad de unos debe ser limitada en
beneficio de otros, en esto consiste precísamente la Ética. La Ética manda sobre la libertad, no al revés.
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Hay otras personas que dicen que «no se debe prohibir nada porque debemos tener libertad o ser
libres» pero, como hemos explicado, no nos pueden quitar la libertad porque la libertad la tenemos hasta
que deja de existir la conciencia. Lo que nos pueden quitar en vida es la libertad PARA hacer determinadas cosas, que es precísamente de lo que se ocupa la ética. La ética consiste en razonar de manera imparcial para poner ciertos límites a la libertad de las personas.
Algunas personas se dan cuenta que la ética pone límites a la libertad y entonces dicen que «la libertad propia debe terminar donde comienza la libertad de los demás». Esta frase es de lo más confusa. Analicémosla. Lo que esta frase está diciendo es que cada persona debe poner un límite a su propia libertad de manera que los demás puedan disfrutar de la suya, la cual a su vez debe estar limitada por la libertad de los demás, que a su vez… y así ad infinitum. En lugar de hablar de «libertad» debería hablarse de «derechos», éticos y legales. La libertad de cada uno debe estar limitada por los derechos éticos de los demás, no por la libertad de otros.
La libertad individual tiene dos ámbitos: el ámbito de la libertad social y el ámbito de la llamada «libertad económica». La libertad social trata sobre cuestiones de relaciones entre individuos, y la «libertad económica» trata sobre cuestiones monetarias y de la propiedad, este último ámbito no es estrictamente un asunto sobre la libertad, como algunos pretenden hacernos creer, sino sobre lo que los individuos poseen.
Según Milton Friedman (1912–2006), debemos dar prioridad a la «libertad económica» sobre la igualdad:
«La idea [de la igualdad] es que la carrera económica debe estar dispuesta en forma tal que todos lleguen a la meta al mismo tiempo, más bien, que todos comiencen en la línea de partida al mismo tiempo. Este concepto crea un problema muy serio para la libertad, está claramente en conflicto con ésta, ya que exige que la libertad de algunos sea restringida a fin de proporcionar mejores beneficios a otros. La sociedad que coloca la igualdad antes que la libertad terminará sin ninguna de ellas. La sociedad que coloca a la libertad antes que la igualdad terminará con una amplia medida de ambas.» –Milton Friedman (Vídeo)
En este vídeo podemos leer cómo la libertarista Ayn Rand (1905–1982) dice: «¿Cuál es el principio básico y esencial que diferencia libertad de esclavitud? es el principio de acción voluntaria frente a la
coerción física u obligatoriedad». En este otro vídeo, Rand, mediante su llamada ideología «objetivista», defiende la libertad utilizando el concepto de «derecho a no estar de acuerdo» para proteger los intereses económicos de las clases privilegiadas frente a las actividades recaudatorias del Estado, limitando las funciones de éste a la simple protección de los intereses económicos de los privilegiados:
“El sistema ideal político-económico es el capitalismo laissez-faire. Es un sistema donde los hombres se tratan entre sí, no como víctimas y verdugos, ni como amos y esclavos, sino como comerciantes, por el intercambio libre y voluntario en beneficio mutuo. Es un sistema donde ningún hombre puede obtener los valores de los demás mediante el recurso a la fuerza física, y ningún hombre puede iniciar el uso de la fuerza física contra otros. El gobierno actúa únicamente como un policía que protege los derechos del hombre, sino que utiliza la fuerza física sólo en represalia y sólo contra aquellos que inician su uso, tales como criminales o invasores extranjeros. En un sistema de capitalismo total, debería ser (pero, históricamente, no ha sido aún) una completa separación del Estado y la economía, de la misma manera y por las mismas razones que la separación del Estado y la Iglesia.” Política económica y Objetivismo según el Rand Institute
Anarcocapitalistas, como David Friedman, apelan a la libertad para proteger los intereses económicos de los privilegiados de la intervención recaudatoria del Estado, por ello rechazan la existencia del mismo y defienden la caridad-solidaridad como una opción para quien quiera ayudar a los demás:
“La característica especial que distingue a los gobiernos de otros organismos de coacción (como las bandas de delincuentes comunes) es que la mayoría de la gente acepta la coerción del gobierno como normales y adecuadas. El mismo acto que es considerado como coercitivas cuando se hace por un particular parece legítimo si se hace por un agente del gobierno.” David Friedman en «¿Qué es la anarquía? ¿Qué es el gobierno?»
(ii) A quien se encuentra en una situación de necesidad la libertad no le sirve para nada. Hay que diferenciar la libertad negativa de la libertad positiva (libertad material). La libertad negativa es comúnmente utilizada en economía («libertad económica») y se centra simplemente en la no interferencia económica. La libertad positiva (libertad material) es la capacidad real de una persona para ser o para hacer algo.
La relación libertad-capacidad ha sido ampliamente estudiada por Amartya Sen. Por ejemplo, en la hambruna de Bengala de 1943, la libertad negativa de los trabajadores rurales para comprar alimento no se vio afectada, pues no se prohibió comprar dichos alimentos. Sin embargo, murieron de hambre porque no estaban positivamente libres para hacer cualquier cosa: ellos no tenían la libertad de alimentarse ni la capacidad de escapar de la muerte.
Si un individuo sintiente carece de los medios materiales necesarios para garantizar su sana existencia entonces dicho individuo no se encuentra en una situación de libertad, pues no puede elegir aquello que le es necesario para su supervivencia, sino que se encuentra en una situación de necesidad o de vida no digna. Un individuo sintiente sólo puede ser libre cuando tenga la posibilidad de satisfacer sus necesidades básicas, de otro modo siempre estará coaccionado.
“… la falacia se produce en la asimilación directa que hace Nozick de propiedad propiedad a libertad sin percatarse de la ambivalencia de la primera: un mínimo de propiedad es una condición para la libertad, pero una propiedad sin límites ni condiciones se convierte -históricamente- en una restricción para la libertad de los demás.” Rubio Carracedo
Algunos aprovechándose de la situación de necesidad de los demás, han propuesto sin tapujos que, en nombre de la «libertad», las personas necesitadas puedan firmar «libremente» contratos de esclavitud:
El liberalismo llevado a la coherencia defiende los contratos de esclavitud o de sumisión. Por ejemplo, Walter Block, economista estadounidense de la Escuela Austríaca y un importante teórico del anarcocapitalismo, es el principal defensor libertario de los contratos voluntarios de esclavitud: «el contrato voluntario de esclavitud es un contrato de buena fe que, de ser ‘derogado’, se produce el robo»; en un artículo titulado «contratos de sumisión» en su antiguo blog, Francisco Capella los justificaba así: «Aunque un ser humano vivo, despierto y consciente controla directamente su propio cuerpo, puede no tener el derecho a hacerlo, por haberlo perdido al agredir a otra persona (justicia de compensaciones proporcionales) o por haberlo transferido voluntariamente de forma parcial o total (vendiéndolo, regalándolo o alquilándolo)». (…) «No es absurdo que una persona contrate su propia venta a otro o contrate su sumisión futura». (…) «Igual que quien ha vendido o alquilado algo puede arrepentirse de haberlo hecho, ese cambio de voluntad no da derecho a nada; si una persona se vende a sí misma o contrata su sumisión (seguramente en una situación límite de desesperación) posiblemente se arrepentirá o no estará de acuerdo con lo que se haga con su cuerpo, pero esto no altera sus derechos». (…) «Los contratos de sumisión completa consisten en aceptar voluntariamente (en el momento del contrato) hacer en el futuro cualquier cosa que quiera el dueño: el dueño le dice al sumiso lo que debe hacer» (…) «Los contratos de sumisión no violan el concepto más fundamental del derecho de propiedad, sino al revés: prohibir los contratos de sumisión implica limitar la propiedad sobre uno mismo, negar que se es el dueño pleno de uno mismo. Si se prohíbe la venta de uno mismo se está interfiriendo con el derecho de cada propietario de disponer de su propiedad en cada momento según su voluntad. Venderse a sí mismo puede parecer horrible, pero si una persona recurre a ello necesariamente es porque es la alternativa menos mala entre las disponibles».
El anarcocapitalismo, al defender absolutamente la propiedad privada en base al principio de no coaccion, rompe el propio principio de no coaccion. Supongamos que vivimos en un sistema anarcocapitalista, y supongamos que alguien muy rico tiene un banco y alguien muy pobre necesita una casa para vivir o comida que comer, el banco le prestará al pobre en las condiciones que quiera, y este, no tendrá otro remedio que aceptar, ¿es libre de decidir si aceptar? claro que sí, ¿está coaccionado? sí, y éste es el punto fundamental, está coaccionado, pero no por otra persona, sino por sus propias circunstancias personales que le obligan a aceptar unas condiciones o a morir de pura pobreza. Por lo tanto, podemos afirmar que el anarcocapitalismo considera que el derecho a una propiedad privada ilimitada es más valioso que el derecho a la libertad.
El más alto y supremo bien humano, y de cualquier otro animal sintiente, no es la libertad sino poder vivir una vida digna. Sin la posibilidad de vivir una vida digna no hay libertad sino coacción. Por ello, la libertad ilimitada, ya sea social o económica, es antihumana y antivida.
“Donde hay justicia, no hay pobreza.” Kung FuTse, Confucio
(iii) Cuando alguien respeta a los demás está supeditando sus propios intereses a los intereses de esos otros. A veces algunas personas dicen que se debe respetar a los demás, pero que no se deben supeditar los intereses de unos a los intereses de otros. Suelen decir que “nadie debe ser utilizado como un medio para los fines de otros”. Esta idea es contradictoria, pues cuando alguien respeta a los demás supedita intereses propios (matar, maltratar, etc.) a los intereses de esos otros individuos (vivir, no ser maltratado, etc.). La Ética supone limitar la libertad del individuo en favor de los intereses de otros.
(iv) La propiedad sólo tiene que ver con la libertad en la medida en que nos garantiza el mantenimiento de las necesidades básicas, pues sin ellas la libertad deja de tener sentido. La propiedad sólo quiere decir «poseer algo», es un constructo social que se hace real por medio de las leyes jurídicas, las cuales están respaldadas por el uso de la violencia. Si eliminamos la ley podemos ver cuál es la realidad: si posees algo es tuyo, pero si otro lo coge ya no es tuyo sino de quien lo ha poseído. Por lo tanto, el Estado tiene un papel importante en la protección de la propiedad, sobretodo cuando ésta es tan grande que no podemos abarcarla por nosotros mismos, ésta es la razón por la cual algunas personas defienden un Estado mínimo (minarquismo), es decir, las leyes mínimas que garanticen la protección de la propiedad privada.
La cuestión aquí es saber diferenciar la propiedad legítima de la propiedad ilegítima. La propiedad legítima es aquella que se ha obtenido mediante el propio esfuerzo, es decir, trabajando. Para que una persona pueda trabajar necesita que alguien le ofrezca un trabajo o que dicha persona posea una propiedad que le permita trabajar por sí mismo. Si una sociedad no da la posibilidad de trabajar a una persona entonces esa misma sociedad debe satisfacer los intereses básicos de dicha persona: alimento, cobijo, ropa, etc.
No es justo que unos disfruten de la vida sin límites gracias a poseer una gran cantidad de propiedades y de capital, mientras que los intereses básicos de otros son frustrados por no tener posibilidad de trabajar para obtener una propiedad y capital.
El capitalismo es el sistema económico que todo vago con suerte defiende, pues no prohíbe las herencias, no prohíbe la especulación y no prohíbe vivir de las rentas, mientras que quienes han tenido menos suerte trabajan cada vez por menos, viviendo en condiciones de vida cada vez más pésimas, o directamente mueren de hambre por falta de trabajo con el que poder sobrevivir.
Abolición del derecho de herencia
Las herencias hacen partir con una ventaja económica a unos individuos a costa de quienes parten con desventaja. El anarquista Mijaíl Bakunin (1814-1876) así lo expresaba en «Socialismo sin Estado: anarquismo»:
“El derecho de herencia, en nuestra opinión, debiera suprimirse, ya que mientras exista perdurará la desigualdad económica hereditaria, no la desigualdad natural de los individuos, sino la desigualdad artificial de clases -y ello siempre engendrará la desigualdad hereditaria en el desarrollo y la formación de las mentes, y cuya continuación sería la fuente y la consagración de todas las desigualdades políticas y sociales. La tarea de la justicia es establecer la igualdad para cada uno, pues aquella igualdad dependerá de la organización económica y política de la sociedad- una igualdad con la que cada uno va a comenzar su vida, y por la que cada uno, dirigido en su propia naturaleza, será el producto de sus propios esfuerzos. En nuestra opinión, la propiedad de los difuntos debería acumularse a los fondos sociales para la instrucción y la educación de los niños de ambos sexos, que incluye la manutención de ellos desde su nacimiento hasta que alcancen la mayoría de edad.” Mijaíl Bakunin, «Socialismo sin Estado: anarquismo»
Abolición de la especulación
Los especuladores mueven dinero en la economía de Libre Mercado para ganar más dinero, convirtiéndola en un casino. Dicha especulación es la responsable de las crisis económicas que se repiten cíclicamente, la última de ellas fue la crisis económica mundial de 2008, que es explicada magníficamente en el documental Inside Job:
– Inside Job (también conocida como Trabajo confidencial y como Dinero Sucio) es un documental de 2010 sobre la crisis financiera de 2008 dirigido por Charles Ferguson. Se estrenó el 16 de mayo en el Festival de Cannes de 2010 y recibió el Premio Óscar Mejor Documental en 2011.
La cinta se centra en los cambios de la industria financiera en las décadas pasadas que han llevado a la crisis, los movimientos políticos hacia la desregulación, y cómo la evolución de ámbitos financieros complejos como el mercado de derivados permitieron grandes incrementos en el riesgo financiero adoptado, al permitir eludir las regulaciones que tenían como fin controlar el riesgo sistémico. Al describir el desarrollo de la crisis, la cinta también examina el conflicto de intereses del sector financiero, sugiriendo que se trata de una práctica que en muchas ocasiones se oculta al público. La cinta también indica que estos conflictos atañen a las agencia de calificación de riesgo lo mismo que a los académicos que son pagados como consultores sin informar al respecto en sus ensayos, oscureciendo y exacerbando la situación que condujo a la crisis. (Ver documental)
Abolición del vivir de la rentas
Las personas que viven de las rentas obtienen dinero de otras personas sin trabajar, por ejemplo, con el alquiler de viviendas. Esto no es justo cuando las propiedades fueron obtenidas mediante herencias o especulación. También la gran disparidad de salarios, debido a la desproporcionalidad respecto al trabajo realizado, es otra de las razones por la que dichas propiedades se han obtenido de manera ilegítima.
Se hace un mal uso de la palabra «libertad».
Por contra al determinismo, el libre alberío es la capacidad para poder elegir entre diferentes acciones[1]. La libertad es la capacidad de poder deliberar (elegir meditadamente) entre diferentes opciones, y por lo tanto es la condición fundamental en la que se basa la Ética, pues no todas las elecciones son moralmente correctas. Según la capacidad de deliberación podemos decir que existen diferentes niveles de libertad y, por lo tanto, diferentes niveles de ética. Por ejemplo, la diferencia entre un niño y un adulto en este sentido es que, aunque el niño también tiene libre albedrío, su capacidad de deliberación es mínima en comparación con la del adulto, pues aún no comprende muchas cosas, por ello también su responsabilidad moral es mínima. Por ello, ser libre no significa ser moralmente responsable. Alguien es moralmente responsable de sus actos si sus elecciones son el resultado de una deliberación producida en una mente que posee una capacidad de razonamiento suficiente como para comprender el sistema moral en el que se encuentra. Por ello, un niño o un animal no-humano poseen ciertos grados de libertad pero no poseen la suficiente capacidad de razonamiento moral como para ser considerados sujetos morales, careciendo por lo tanto de responsabilidad moral.
El derecho a la libertad tiene límites. La protección de la libertad interpersonal puede ser objeto de una investigación social y política, mientras que el fundamento metafísico de la libertad interior es una cuestión psicológica y filosófica. Ambas formas de la libertad se unen en cada individuo como el interior y exterior de una malla de valores, juntos en una dinámica de compromiso y de lucha por el poder; las sociedades que luchan por el poder en la definición de los valores de los individuos y de la persona que lucha por la aceptación social y el respeto en el establecimiento de valores de la propia en el mismo.
La libertad, al igual que la riqueza, tiene límites que el poderoso y el egoista se niegan a aceptar. La ideología de la «libertad» es defendida radicalmente por las clases privilegiadas para que la sociedad no les limite su poder económico. La estrategia que usan las clases privilegiadas para defender sus intereses es difundir la ideología de la libertad entre la sociedad incauta a través de los medios de comunicación que controlan, aprovechando que, la mayoría de las veces, la gente sin formación intelectual también se mueve por satisfacer sus pasiones egoístas, es decir, por autocomplacerse con el llamado «pan y circo», sin reflexionar sobre lo perjudicial de esta actitud a nivel social y global; en resumen, pretenden alejar al ciudadano de la política. Sólo el ciudadano que tiene en cuenta los intereses fundamentales de los demás (sean de la especie que sean) es digno para ejercer su poder político mediante una democracia más participativa.
«Hace ya mucho tiempo, de cuando no vendiamos nuestro voto a ningún hombre, hemos abandonado nuestros deberes; la gente que alguna vez llevó a cabo comando militar, alta oficina civil, legiones— todo, ahora se limita a sí misma y ansiosamente espera por sólo dos cosas: pan y circo» Juvenal, Satire 10.77–81
La libertad debe acabar donde comienzan los derechos de los individuos sintientes. ¿Por qué debe acabar la libertad de los demás en nuestros derechos? porque entonces la libertad de los demás se enfrenta a nuestros intereses más básicos: queremos vivir, queremos comer, ser educados, ser curados cuando estamos enfermos, no ser maltratados ni torturados, no ser encerrados siendo inocentes, no pasar hambre ni frío, tener un hogar, tener un trabajo, etc., derechos que nos permitan vivir una vida digna. La libertad de unos no debe impedir la vida digna de otros. David Hume denunció el paso del ser al deber ser:
«En cada uno de los sistemas de moralidad con que hasta la fecha me he tropezado he observado que invariablemente el autor procede, durante un cierto tiempo, razonando a la usanza ordinaria (estableciendo,por ejemplo, la existencia de Dios, o haciendo observaciones relativas a los asuntos humanos) pero, de pronto, me encuentro sorprendido al comprobar que, en lugar de la cópula ES que, usualmente interviene en las proposiciones, ha dejado paso al verbo DEBE. El cambio es casi imperceptibie, pero reviste, sin embargo, la máxima importancia. Porque, dado que dicho DEBE expresa una relación de nuevo cuño, es menester tomar nota del mismo y explicarlo.» David Hume, Tratado de la naturaleza humana
Pero Hume se equivoca, pues analiza la realidad material ignorando que la materia sintiente tiene intereses respecto a cómo debe ser su propia materialidad. La ciencia no debe ignorar la sensibilidad y los intereses fundamentales de los objetos que la producen.
Cada persona no debe hacer lo que le dé la real gana sin tener en cuenta las consecuencias que sus actos tienen sobre los demás, pues los demás no somos simple materia. Viviendo en sociedad nadie es libre porque existen y son necesarias una moral[4] y unas leyes civiles de convivencia que limiten nuestro comportamiento y ambiciones, esa es la finalidad de la política. En analogía, los padres necesitan restringir la libertad de sus hijos para poder proporcionarles una educación.
No deberían confundirse los niveles de jerarquización (de poder u organizativos) con los niveles de explotación. Puede existir jerarquización sin explotación.
En República, Platón explica la degradación paulatina del poder político: de la aristocracia (gobierno de los mejores, los filósofos) a la timocracia (gobierno de los que tienen cierta cantidad de dinero), a la oligarquía (gobierno de unos pocos poderosos) y a la democracia (gobierno de todos).
«El mayor castigo para el hombre de bien, cuando rehúsa gobernar a los demás, es el verse gobernado por otro menos digno; y este temor es el que obliga a los sabios a encargarse del gobierno». Platón (República, I, XIXc)
El paso de la Ética a la Política no es un asunto fácil, la ética de la convicción puede entrar en conflicto con la ética de la responsabilidad, y en tales circunstancias el político deberá elegir entre «no hacer nada», para ser fiel a sus principios, o deslizarse por la peligrosa pendiente de la violencia y el mal al que puede llevar la aplicación de la justicia, así lo explica Max Weber (1864–1920):
«ninguna ética del mundo puede eludir el hecho de que para conseguir fines «buenos» hay que contar en muchos casos con medios moralmente dudosos, o al menos peligrosos, y con la posibilidad e incluso la probabilidad de consecuencias laterales moralmente malas […]. el mundo está regido por los demonios y quien se mete en política, es decir, quien accede a utilizar como medios el poder y la violencia, ha sellado un pacto con el diablo, de tal modo que ya no es cierto que en su actividad lo bueno sólo produzca lo bueno y lo malo el mal, sino que frecuéntemente sucede lo contrario. Quien no ve esto es un niño, políticamente hablando.» Max Weber, «El político y el científico»
Coerción y coacción
La coerción es la amenaza de utilizar la violencia (no solo física sino de cualquier otro tipo) con el objetivo de condicionar el comportamiento de los individuos. El Derecho y los sistemas legales, en general, se sustentan en la amenaza de la sanción más que en la utilización de la propia violencia (coacción). Así, la persona humana sabe que si elige realizar una acción prohibida entonces ese comportamiento tendría para ella unas consecuencias negativas que le impondría el ordenamiento jurídico mediante un castigo (coacción).
Coerción y coacción existen como medio de control que ejerce el conjunto de la sociedad sobre el individuo que no respeta las leyes de la comunidad. Al contrario que los pequeños grupos poblacionales tribales, en los que el sentimiento de vergüeza y de culpa tienen una mayor influencia en el individuo, las sociedades compuestas por una gran población y territorio se organizan mediante la creación de Estados, en los cuales la coerción se articula mediante un sistema judicial y unas las leyes civiles, y la coacción mediante las fuerzas de seguridad del Estado (policía y ejército) si la coerción es ignorada.
No hay forma de proteger al individuo sintiente sin incurrir en la amenaza de coacción hacia los demás. Por lo tanto, sólo hay dos opciones frente a ella: que cada cual se defienda a sí mismo o que organismos centralizados que se encargen de garantizar Derechos Humanos y Animales universales. Para garantizar los Derechos Humanos y Animales se necesita de recursos económicos, es decir de impuestos.
ALGUNAS RELACIONES CLÁSICAS ENTRE ÉTICA Y POLÍTICA
– Modelo hobbesiano: la ética «subordinada» a la política.
– Modelo kantiano: la política «subordinada» a la ética.
– Modelo hegeliano: la ética «superada» por la política.
– Modelo weberiano: la política «abierta» a la ética.
EL ESTADO COMO OBRA MAESTRA DEL EGOISMO INTELIGENTE
Según Arthur Schopenhauer, el Estado protege a todos a costa de renunciar a una parte de nuestra libertad:
«El Estado, esa obra maestra del egoísmo inteligente y razonado, ese total de todos los egoísmos individuales, ha depositado los derechos de cada uno en manos de un poder infinitamente superior al poder del individuo y que le obliga a respetar los derechos de los demás. Así quedan en las tinieblas el desmedido egoísmo de casi todos, la perversidad de muchos, la ferocidad de algunos. La fuerza los tiene encadenados, y de ello resulta una apariencia engañosa. Pero que se encuentre, como algunas veces ocurre, eludido o paralizado el poder protector del Estado, y se verán estallar a la luz del día los apetitos insaciables, la sórdida avaricia, la falsedad secreta, la perversidad, la perfidia de los hombres. Entonces retrocedemos y damos grandes gritos, como si topáramos con un monstruo aun desconocido. Sin embargo, sin la presión de las leyes, sin la necesidad que se tiene de honor y consideración, todas esas pasiones triunfarían a diario. ¡Es preciso leer las causas célebres, la historia de los tiempos revueltos, para saber lo que hay en el fondo del hombre, lo que vale su moralidad! Esos millares de seres que están a nuestra vista, obligándose mutuamente a respetar la paz, en el fondo son otros tantos tigres y lobos, a quienes sólo impide morder un fuerte bozal.
Imaginad suprimida la fuerza pública, o sea quitado el bozal. Retrocederíais con espanto ante el espectáculo que se ofrecería a vuestros ojos, espectáculo que cada cual se figura fácilmente. ¿No basta esto para confesar cuan poco arraigo tienen la religión, la conciencia, la moral natural, cualquiera que sea su fundamento? Sin embargo, en presencia de los sentimientos egoístas antimorales, entregados a sí mismos, veríase entonces revelarse también en el hombre el verdadero instinto moral, desplegar su poderío y manifestar lo que puede hacer. Y se vería que hay tanta variedad en los caracteres morales como variedades hay de inteligencia, y no es poco decir.» Arthur Schopenhauer, El amor, las mujeres y la muerte
La aventura del pensamiento: Thomas Hobbes (Link)
DIFERENCIA ENTRE PROHIBIR Y ABOLIR [11]
Prohibir es un efecto resultante de una serie de normas políticas y legislativas. Abolir, en cambio, tiene una connotación moral, ya que radica en anular procesos, actividades y comportamientos que atenten contra los valores y la ética social. Prohibir, en todo caso, es el efecto resultante de la decisión de abolir.
¿CUESTIÓN DE LIBERTAD? [12]
La libertad es una de esas palabras que se nos suele quedar grande y dejar un regusto algo pastoso en la boca, como cuando se come un plato con demasiado aceite. Sobre todo a algunos parece que se le atraganta de vez en cuando, por ejemplo cuando se utiliza para defender cosas tan dudosas como la tauromaquia. La Iniciativa Legislativa Popular presentada en el parlamento catalán para abolir la verguënza nacional está levantando mucha polvareda, y ahora un grupo de personalidades han firmado un manifiesto “por la Libertad”.
Concretamente “por la Merced y por la Libertad”, suponemos que en su sempiterno intento de unir tauromaquia con cultura (a pesar de haberles repetido mil veces que los tiros no van por ahí). Personajes defensores de la tauromaquia se han echado las manos a la cabeza viendo la prohibición de la tauromaquia como un atentado contra la libertad.
Cuando hablamos de libertad, es importante recordar que la libertad ha estado, está y debe seguir estando supeditada a la moral. El dicho popular “tu libertad termina donde empieza la mía” expresa este concepto a la perfección. Si la libertad estuviera por encima de la moral, entonces el mundo en el que vivimos no tendría sentido. Cualquiera podría matar, robar, violar o herir a otros impunentemente, porque lo importante sería la libertad de cada uno, y si alguien decide matar o robar, debería poder hacerlo. Si la libertad fuera el valor supremo, este mundo sería un caos inhabitable.
Ejemplos de esto podemos verlo también en otros aspectos como la investigación científica, por ejemplo clonar humanos al parecer ya está reconocido que es perfectamente factible, pero es algo que casi nadie admitiría. O podríamos remitirnos a la polémica entre la Iglesia y los partidarios de la experimentación con células madre.
Pero es de suponer que los taurinos no son tontos. Es de suponer que quienes defienden tan vehementemente la libertad son consciente de la primacía de la moral. ¿Por qué se aferran entonces a la defensa de la libertad? Nos da la clave uno de los firmantes del manifiesto mencionado “Resulta increíble que tengamos que dar razones de por qué una manifestación artística no debe ser abolida”. Así es, para ellos se trata de una manifestación artística. Para ellos no existe el concepto de un individuo privado de su libertad y asesinado. Sólo existe un espectáculo.
El problema no es la libertad. Como en todos los casos en los que surgen debates por la cuestión de los demás animales, lo que hay de fondo es siempre lo mismo: la distinta consideración moral de quienes no son humanos. Un animal no es un individuo. Un animal es “sólo un animal”. Los taurinos pueden hablar de la libertad, porque para ellos sólo hay dos tipos de actores en esta representación: los que son partidarios de las corridas de toros, y los que no lo son. Otro de los firmantes, el presentador Pedro Piqueras, lo expresa así de bien: “a nadie se le obliga a ir a los toros”. Los animales, en este caso los toros, son simples extras de su película.
El problema del especismo es que hace a los animales invisibles. Los especistas rodean a los demás animales de un manto de oscuridad y simplemente no los ven. Los taurinos no ven el abuso del toro, sólo ven un espectáculo y gente a quien le gusta y gente a quien no. Los defensores de la experimentación animal también hacen invisibles a sus víctimas, y cuando hablan sólo mencionan ventajas o inconvenientes de la experimentación para los humanos. Los defensores del consumo de carne igualmente ignoran en su argumentación a aquellos a quienes comen, y normalmente hablan sobre cuestiones de salud (humana) y factores económicos relativos a la agricultura y la ganadería.
Por eso es muy difícil hablar con defensores de la tauromaquia o con cualquiera con mentalidad especista. Por eso es primordial en primer lugar encender la luz que durante tanto tiempo hemos dejado apagada, y ver a los demás animales. Y entender que están ahí, que son capaces de sentir placer y dolor, que maldita la gracia que les hace que los metan en una plaza y los toreen, o en una jaula de un laboratorio, o en un cubículo de una granja. Que tienen el mismo interés en vivir sus vidas que nosotros en vivir las nuestras. Que no se trata de equiparar “animales con personas”, se trata de equiparar intereses. Y tienen intereses aquellos que son capaces de sentir.
Señores pro-taurinos, pueden llenarse la boca de libertad cuanto deseen. Pero en Equanimal seguimos insistiendo en que no es cuestión de libertad. Es cuestión de respeto.
LEYES Y LIBERTAD EN EL LIBERALISMO
Según el filósofo Jesús Mosterín, el liberalismo es:
«Mi filosofía política es que cada uno pueda hacer lo que le dé la gana […] Ahora bien, hay una completa incomprensión por parte de algunos […] del liberalismo y de la libertad. El liberalismo, desde siempre, desde los clásicos del liberalismo y de la libertad, en lo que consiste es en que dos adultos […] pueden hacer entre ellos lo que les dé la gana, incluido cualquier opinión política, incluido cualquier acto sexual, incluido cualquier transacción comercial. Cualquier cosa que quieran, si los dos están de acuerdo, lo pueden hacer. Eso es el liberalismo. Pero el liberalismo no es en absoluto que a un animal o a una criatura o a un niño o a un anciano se le pueda torturar impunemente […] La libertad nunca ha consistido en libertad de torturar a cualquier criatura. Y fíjense ustedes que los países más liberales del mundo […] son los primeros que han prohibido este tipo de prácticas. Inglaterra que «inventó» el liberalismo fue la primera que las prohibió.» Jesús Mosterín en el Parlamento de Cataluña (2010)
LEYES Y LIBERTAD EN EL SOCIALISMO
«El socialismo, teoría que apareció a principios del siglo XIX y que fue el último eslabón de una cadena que se extendía hasta las rebeliones de esclavos en la Antigüedad, seguía profundamente infestado por las viejas utopías. Pero a cada variante de socialismo aparecida a partir de 1900 se abandonaba más abiertamente la pretensión de establecer la libertad y la igualdad. Los nuevos movimientos que surgieron a mediados de siglo, Ingsoc en Oceanía, neobolchevismo en Eurasia y adoración de la muerte en Asia Oriental, tenían como finalidad consciente la perpetuación de la falta de libertad y de la desigualdad social. Estos nuevos movimientos, claro está, nacieron de los antiguos y tendieron a conservar sus nombres y aparentaron respetar sus ideologías. Pero el propósito de todos ellos era sólo detener el progreso e inmovilizar a la Historia en un momento dado.» George Orwell, en su libro 1984
LEYES Y LIBERTAD EN EL ANARQUISMO
El anarquismo pone a la libertad del individuo por encima de las leyes que protegen los derechos, es decir, por encima de la autoridad que los protege. El anarquismo está en contra de la prohibición y del castigo en cárceles porque cree que el ser humano es bueno por naturaleza(3) y que la educación anarquista la encauzaría por el buen camino, pues consideran que es la sociedad autoritaria y capitalista la que corrompe dicha naturaleza humana. Según esta visión, en un mundo anarquista los asesinos no lo serían por su propia voluntad sino que serían personas con una enfermedad, necesitadas de ayuda y atención:
Muchas veces se nos ha cuestionado como anarquistas que proponemos en cambio de las cárceles y el castigo. Pues bien, la respuesta es simple pero no sencilla. Nosotros decimos que cuando empecemos a vivir en libertad, sin opresión y explotación de ninguna clase; cuando todos podamos vivir dignamente sin ambicionar lo de los demás pues nuestras necesidades están satisfechas los delitos desaparecerán, pues la mayoría de ellos en el fondo son ocasionados por la injusticia social, por la inequitativa repartición de la riqueza, por el capitalismo. Claro que podría ser que aun estas condiciones de libertad y abundancia se cometieran actos que atentaran contra la comunidad, pero estos serian aislados y serian tratados como lo que son. Seres humanos enfermos que necesitan ayuda y atención, no castigo y encierro. [13]
La más extrema forma de anarquismo individualista, llamado egoísmo, fue expuesta por uno de los autores más antiguos y conocidos del anarquismo individualista: Max Stirner y su libro «El único y su propiedad», publicado en 1844. Stirner distingue entre el concepto de sociedad, asociación forzosa y represiva de seres alienados controlada por el Estado, y el de libre asociación de individuos soberanos con fines mutuamente egoístas. «Nada prevalece sobre mí», sentencia sin concesiones. Esta obra, que no ha perdido un ápice de actualidad, según Habermas el producto de la rigurosidad de un monomaníaco, ha ejercido una profunda influencia en varias corrientes de pensamiento, que abarcan desde el anarquismo hasta el liberalismo capitalista. De acuerdo a la concepción de Stirner, la única limitación de los derechos de la persona es su poder para obtener lo que desean, sin tener en cuenta a Dios, el Estado, o las normas morales. Para Stirner, los derechos son fantasmas en la mente, y sostuvo que la sociedad no existe, sino que «las personas son su realidad» – apoya un concepto de la propiedad en el poder de la fuerza del poder y no el derecho moral. Por «propiedad» no se refiere sólo a las cosas sino a otras personas también. Stirner propuso una auto-afirmación y preveía «asociaciones de egoístas».
«El Estado persigue siempre como única finalidad domeñar, subordinar al individuo, someterle a una u otra generalidad.» (…) «Nada es más para mí que yo mismo.» Max Stirner
¿Los anarquistas están a favor de la libertad «absoluta»?
«No. Los anarquistas no creen que cada cual pueda hacer «lo que le de la gana», ya que ciertas acciones invariablemente traen consigo la negación de la libertad de otros.
Por ejemplo, los anarquistas no apoyan la «libertad» de violar, explotar, u obligar a los demás. Tampoco toleramos la autoridad. Al contrario, puesto que la autoridad es un atentado contra la libertad, la igualdad y la solidaridad, (sin mencionar la dignidad humana), los anarquistas reconocen la necesidad de resistirla y derrocarla.
El ejercicio de la autoridad no es libertad. Nadie tiene «derecho» a mandar a los demás. Como señala Malatesta, el anarquismo apoya «la libertad para todos (…) con el único límite de la misma libertad para los demás; que no significa (…) que reconozcamos, ni deseemos respetar, la «libertad» para explotar, oprimir, mandar, lo cual es opresión y ciertamente no es libertad.» (Errico Malatesta, Vida E Ideas, p. 53).»
En la sociedad capitalista, la resistencia a todas las formas de autoridad jerárquica es la caracteristica de la persona libre — ya sea en lo privado (el patrón) o en lo publico (el Estado). Como dijo Henry David Thoreau en su ensayo «Civil Disobedience» (1847): «La desobediencia es la verdadera base de la libertad. Los obedientes son por fuerza esclavos.»
»Cuando los hombres están cansados caen en la anarquía; pero mientras se sienten alegres y vigorosos, invariablemente establecen reglas. Esto, que vale para todas las iglesias y repúblicas de la historia, es aplicable también al más trivial de los juegos de salón o a la menos sofisticada de las diversiones campestres. No llegamos a ser libres hasta que una institución nos libera; y la libertad no puede existir en tanto no la declara la autoridad». G. K. Chesterton
Notas
(1) La palabra «libertad» es un significante flotante que se usa políticamente porque se la asocia con emociones positivas y la sociedad se guía más por emociones que por la razón. Es una batalla ideológica en la que todos usan la misma palabra por marketing, pero cada uno la usa con un significado distinto.
(2) Como la libertad es una facultad, da igual que la tenga un hombre, una mujer, un determinado animal, un extraterrestre o quien sea. La RAE hace incapié en que dicha facultad de «el hombre» porque quienes lo han redactado son antropocentristas, como la sociedad en la que viven, y quieren resaltar esa puntualización que es innecesaria desde un punto de vista de una definición.
(3) A veces los liberales mezclan en su discurso el significado original de la palabra «libertad» con el significado que ellos la dan como «éticamente correcto», creando ambigüedad.
(4) La palabra «derecho» no les gusta a los liberales, pues ellos ya tienen sus derechos protegidos con su riqueza, por eso prefieren hablar de libertades, cuantas menos prohibiciones mejor para ellos, pues ellos quieren tener el poder, no que les limite la sociedad.
Referencias
[3] es.wikipedia.org – Walter Block: contratos de esclavitud[4] intelib.com – Contratos de sumisión
[11] leonardoanselmi.wordpress.com – La abolición no aceptará moratorias
[12] cuestionderespeto.com – ¿Cuestión de libertad?
[13] abajolosmuros.wordpress.com – Delito, cárcel y castigo
Bibliografía
– Block, Walter. Defending the Undefendable. Ludwig von Mises Institute, 2008.
– Rothbard. For a New Liberty: The Libertarian Manifesto (Por una Nueva Libertad: El Manifiesto Libertario), 1973.
– Hayek, Friedrich. Camino de la servidumbre. 1944,
– Bakunin, Mijaíl. «Socialismo sin Estado: anarquismo».
– Weber, Max. El político y el científico
– Stirner, Max. El único y su propiedad, 1844.
– Marqués de Sade. Filosofía en el tocador, 1795.
– Rousseau, Jean-Jacques. Discours sur l’origine et les fondements de l’inégalité parmi les hommes (Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres), 1755. (✓)
– Hobbes, Thomas»Leviatán», 1651.