SER HUMANO
humano, na.(Del lat. humānus).
3. adj. Comprensivo, sensible a los infortunios ajenos.
La capacidad para ser sensibles a los infortunios ajenos tiene una base material en la estructura de nuestro cerebro que seguramente tenga su sentido en cuanto a que somos animales sociales. Los psicópatas carecerían de dicha base material y solo buscarían su propio beneficio independientemente de las repercusiones que sus acciones tengan sobre los demás. Si la mayoría de los individuos de nuestra especie careciera de sensibilidad hacia las desgracias ajenas viviríamos en una total desconfianza y vivir en sociedad no sería posible.
MORAL ANIMAL [4]
Ética innata
Unos investigadores norteamericanos afirman haber descubierto que los bebés de 6 meses ya son capaces de hacer este tipo de juicios y que, por lo tanto, los seres humanos nacemos con un código ético pre-programado en el cerebro. La investigación fue llevada a cabo por Paul Bloom, psicólogo de la Universidad de Yale (EE.UU.), quien utilizó, como indicador de juicio moral, la capacidad de los bebés para diferenciar entre comportamientos útiles e inútiles. El psicólogo realizó una serie de experimentos con bebés de entre seis y diez meses. En el primero de ellos se les mostró varias veces un espectáculo muy sencillo de títeres de madera durante el cual una bola roja intentaba subir una colina mientras era ayudada, a veces, por un triángulo amarillo que la empujaba por detrás. En otras situaciones la bola roja se veía obligada a bajar la colina por culpa de un molesto cuadrado azul que le causaba problemas. Después de ver a las marionetas, a los bebés se les pidió que eligieran a un personaje de entre las tres figuras. La gran mayoría (el 80%), eligió el triángulo amarillo, es decir, la figura que ayudaba. En palabras de Bloom, “escogieron al buen tipo”. En el segundo de los experimentos, denominado “Osos molestos y conejitos ladrones”, a los bebés se les enseñó un títere con forma de perro que intentaba abrir una caja. En ese momento, un oso de peluche le echaba una mano, ayudándole a abrirla, al mismo tiempo que aparecía otro oso que se sentaba encima de la caja para impedirle que la abriera. Después de ver la escena varias veces, a los niños se les daba la oportunidad de elegir a uno de los dos ositos. La mayoría de los bebés prefirió quedarse con el peluche colaborador. Por último, los investigadores realizaron un tercer experimento con títeres. Esta vez era un gato que jugaba a la pelota en compañía de dos conejos. Cuando el gato perdía la pelota, uno de los conejos la recuperaba y se la devolvía, mientras que el otro se la robaba, escapándose con ella. En este último caso, los niños de cinco meses escogieron al conejo colaborador y los de 21 meses incluso llegaron a golpear al conejo ladrón en la cabeza. Así que parece que no es necesario que los padres se preocupen “tanto” por enseñar a los niños la diferencia entre el bien y el mal, ya que quizás sea algo con lo que los bebés ya vengan al mundo. Claramente los resultados de este estudio parecen apoyar la idea de que la capacidad para distinguir entre el bien y el mal forma parte de naturaleza humana y se manifiesta desde muy temprana edad.
Experimento: La preferencia de los bebes por entidades empáticas
(Paul Bloom, Yale University)
NEURONAS ESPEJO
Se denominan neuronas espejo a una cierta clase de neuronas que se activan cuando un animal o persona desarrolla la misma actividad que está observando ejecutar por otro individuo, especialmente un congénere.
Las neuronas del individuo imitan como «reflejando» la acción de otro: así, el observador está él mismo realizando la acción del observado, de allí su nombre de «espejo». Tales neuronas habían sido observadas primeramente en primates, y luego se encontraron en humanos y algunas aves. En el ser humano se las encuentra en el área de Broca y en la corteza parietal.
En las neurociencias se supone que estas neuronas desempeñan un importante rol dentro de las capacidades cognitivas ligadas a la vida social, tales como la empatía (capacidad de ponerse en el lugar de otro) y la imitación. De aquí que algunos científicos consideren que la neurona espejo es uno de los más importantes descubrimientos de las neurociencias en la última década.
Un pato ayuda en la rehabilitación de un niño (Erbol/Atlas) (Link)
RELATO: LA ALEGRIA DE LOS PECES
Un día Chuang Tan y Hui Tzu estaban cruzando por un bajo el río Hao. Chuang dijo: «¡Mira cómo saltan libres y ágiles los peces! ¡Eso es felicidad!». Hui replicó: «No siendo tú un pez ¿cómo sabes qué es lo que hace felices a los peces?». Chuang dijo: «Si tú no eres yo, ¿cómo puedes saber que yo no sé lo que hace felices a los peces?». Hui argumentó: «Si yo, no siendo tú, no puedo saber lo que tú sabes se sigue que tú, no siendo un pez, no puedes saber lo que ellos saben». Chuang dijo: ¡Un momento! volvamos a la pregunta original. Tú me preguntaste esto: «¿Cómo sabes qué es lo que hace felices a los peces?» Por los términos de tu pregunta tú evidentemente sabes que yo sé qué es lo que hace felices a los peces. «Yo conozco la alegría de los peces en el río a través de mi propia alegría cuando camino a lo largo del río». Chuawg Tzu, Poeta Chino Taoista 250 A.C. Traducido de la versión inglesa por: Ernesto Rodríguez.
«Es un hecho extraordinario que cada uno de nosotros se encuentra, durante toda la vida, encerrado en una capa de color rosáceo, negro o marrón, que llamamos la piel. Dentro de esta piel –aparentemente justo detrás de nuestros ojos– reside un «yo». El «yo» es único. Nunca un «yo ajeno» puede compartir con el mío una experiencia desde el interior de la piel. Siempre estamos «dentro» y sólo podemos conocer a otros «yo-s», observando el exterior de sus pieles». Marian Stamp Dawkins (de su libro Through Our Eyes Only?)
DIFERENCIA ENTRE SIMPATÍA Y EMPATÍA [6]
Por razones metodológicas seguiré una tendencia actual a distinguir entre simpatía y empatía[7]. Lo primero alude a la capacidad de percibir y compartir, o acompañar emocionalmente, los estados mentales ajenos. Este concepto, popularizado filosóficamente por Hume, se encuentra muy cercano al de compasión, pues tiene un contenido básicamente afectivo y se puede reconocer ya en niños pequeños, así como en primates no humanos cognitivamente poco desarrollados.
La empatía, por el contrario, es una habilidad más cognitiva que afectiva, y alude especialmente a la capacidad de reconocer las creencias ajenas y sus necesidades y sentimientos, incluso si uno no los comparte, si a uno no lo movilizan psicológicamente o si uno emplea ese conocimiento precisamente para manipular el comportamiento ajeno. Hay debate respecto de si se puede separar simpatía y empatía, pero la demostración de que sí se puede es la existencia de personas con gran capacidad empática pero mínima o ninguna capacidad simpática, como sería el caso de los psicópatas. Por otra parte, está reconocida la existencia de individuos (sobre todo bebes muy pequeños e incluso animales) que son capaces de percibir el sufrimiento ajeno y sentirse afectados por él, sin tener un desarrollo cognitivo suficientemente complejo como para entender, o siquiera imaginar, la situación por la que la otra persona o criatura está pasando. Aunque podemos distinguir entre empatía y simpatía como capacidades diferentes, ciertamente se complementan y se potencian mutuamente. Todo parece indicar, sin embargo, que la simpatía es evolutivamente anterior a la empatía.
Las formas más rudimentarias de la simpatía pueden ser encontradas en los mamíferos superiores y en los bebes muy pequeños con incluso solo horas de vida, en lo que se conoce como “contagio emocional”[8]. Esto se produce cuando un individuo reconoce estados mentales en otro, especialmente aquellos que involucran sufrimiento pero también placer o dicha, reproduciéndolos en sí mismo. Esta reproducción suele ser inconsciente y precognitiva.
Un ejemplo de esto es cuando tenemos un grupo de recién nacidos y uno de ellos se pone a llorar; lo más probable es que todos los demás se contagien de esto y rompan también a llorar, incluso si no tienen ninguna incomodidad. El contagio emocional tiene un alto valor de supervivencia porque permite reaccionar apropiadamente ante situaciones compartidas como, por ejemplo, con temor ante una amenaza común. Probablemente el sustrato más básico del contagio emocional sea el motor mimicri, o imitación mecánica del comportamiento ajeno. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, con una manada de alpacas que dejan lo que están haciendo y se ponen a mirar en cierta dirección, una vez que una de las alpacas ha actuado de esa manera. Motor mimicri y contagio emocional son probablemente las raíces evolutivas de lo que después serán la simpatía, la empatía y la simulación, que originalmente tendrían como objetivo permitir que los individuos se apoyen mutuamente en la satisfacción de necesidades y se protejan de peligros comunes.
En lo que sigue voy a imaginar una secuencia evolutiva que conduciría al altruismo moral, donde cada paso anterior es condición de posibilidad del posterior. Los conceptos entre paréntesis son explicaciones o se dan de manera asociada a los que vienen inmediatamente antes de ellos. Después de exponer el esquema intentaré justificarlo.
Motor mimicri -> contagio emocional -> simpatía (compasión) -> empatía (reconocimiento de la propia identidad en un espejo, consciencia de sí mismo, identificación con otro) -> metarrepresentación/simulación (teoría de la mente, capacidad de mentalización) -> deliberación moral (autonomía, reconocimiento de intencionalidad moral, interpretación y juicio moral) -> altruismo moral.
La cuestión sobre la diferencia entre empatía y simpatía sigue abierta en esta entrada.
«El hombre que no sufre es una máquina mal compuesta, una criatura defectuosa, un mutilado moral, un aborto de la naturaleza.»
– Charles Tellier