Animales artistas, la estética natural [1]
El mundo de la sociología, la psicología, la antropología y la etología está revuelto… un grupo de animales ha aprendido a pintar, sus maestros defienden que son impulsos naturales similares a los de niños pequeños, que tienen capacidad estética, incluso que llegan a transmitir información con sus obras.
Perros, gatos, aves, cerdos, elefantes, delfines, y, sobre todo, los primates están creando obras artísticas abstractas que están obteniendo una importante cotización en el mercado. Bowman Hastie, dueño y agente una perra llamada Tillie, vende sus obras a un precio de entre 640 y 830 euros.
Un crítico de arte ha llegado a describir sus obras con estas palabras: «El estilo de Tillie se enmarca en el expresionismo abstracto norteamericano, concretamente el neoyorquino.» Sin embargo, el etólogo Ricard Alan defiende que el arte es antropocéntrico y no puede asociarse a los animales, si entendemos que cuando un perro se levanta sobre dos patas es danza, entonces sí. Para defender su afirmación explica que las características visuales del perro le impiden ver la dimensionalidad de los objetos como lo hacemos los seres humanos.
Investigadores españoles y canadienses han descubierto que la percepción estética es una facultad exclusivamente humana, detectando dicha actividad en el córtex prefrontal del cerebro. La actividad pictórica de los primates no está relacionada con una capacidad pictórica de sus cerebros, sino por una capacidad de aprendizaje. Algunas aves crean diseños estéticos en sus nidos para atraer a la hembra, a pesar de crear composiciones espectaculares los biólogos creen que es una conducta aprendida.
Sin embargo, Carmen Maté, directora del Zoo de Barcelona cree que algunos primates si tienen una determinada sensibilidad estética, y explica que nuestro ADN no es tan diferente al de chimpancés o gorilas. Las obras de Koko, un gorila capaz de comunicarse con seres humanos a través del lenguaje de los sordomudos realiza sus obras pictóricas y se las explica a sus cuidadores. En Rusia numeroso público pudo observar al cerdo Malevitch y al cuervo Rembrandt pintar, según sus cuidadores cada raza pinta de una determinada manera, y dentro de cada raza, unos animales se expresan de forma diferente a otros. Explican que poseen dos cerdos, Picasso y Malevich, «El primero trabaja de manera monótona y siempre hace lo mismo. El segundo es un verdadero creador», Según las observaciones que han realizado, los cuervos, los delfines y los primates son los artistas más inteligentes.
Cerdos pintores
Unique talent saves arty pig from slaughter (Link)
Elefantes pintores
Elefante maltratado para que aprenda a pintar (Link)
Congo, la chimpancé pintora [3]
Siendo director del zoo de Londres, Desmond Morris se sintió interesado por una chimpancé llamada Congo a la que le gustaba dibujar y pintar con pinturas de colores. En un libro titulado Biology of Art (Biología del arte) (1962), Morris reprodujo docenas de las obras de la chimpance, afirmando que mostraban «un estilo reconocible y personal». Desmond Morris refería que Congo no había recibido ningún tipo de entrenamiento; en cuanto se le proporcionaba un pincel, comenzaba a producir sus dibujos característicos, descritos como figuras radiales en abanico. La chimpancé se hizo famosa en Inglaterra al haber realizado sus obras de arte en «Zootime», un programa popular de televisión de la década de 1950. En 1957, una exposición de las pinturas de Congo en una galería de arte londinense difundió su fama por todo el mundo. Muchas se vendieron a precios fantásticos. Salvador Dalí declaró que Congo era mejor pintor abstracto que Jackson Pollock; Miró y Picasso colgaron en sus estudios «congos» originales.
Desmond Morris sobre Congo, el chimpancé pintor (Link)
Lolo, el burro pintor
En 1910, la Société des artistes indépendants (Sociedad de los Artistas Independientes) organizó su exposición anual «Le salon des indépendants» (El salón de los independientes) en París. En dicha exposición, un cuadro llamó muy positívamente la atención de los críticos, se trataba de la obra «Coucher de soleil sur l’Adriatique” (Puesta de sol en el Adriático) de un pintor genovés, completamente desconocido, llamado Joachim-Raphaël Boronali. La obra se vendió por 400 francos que fueron donados a un orfanato. Pasado un tiempo, se presentó el escritor Roland Dorgelés en la sede
del periódico Le Matin para desvelar la identidad de Boronali. El tal
Boronali era un burro llamado Lolo, que mediante pinceles atados a su
cola y estimulado con zanahorias para mover la cola a más o menos ritmo
había pintado una obra admirada por la crítica.
«Coucher de soleil sur l’Adriatique”, de Boronali (el burro Lolo)