ARGUMENTO: “Siempre se hizo así, es una tradición, por tanto debe ser respetada”

RESUMEN: ¿Qué es una tradición? ¿todas las tradiciones son éticamente correctas? ¿qué es el conservadurismo? Éstas son algunas de las preguntas a las que aquí voy a responder.

La apelación a la tradición (también llamada argumentum ad antiquitatem o apelación a la práctica común) es una falacia lógica que consiste en afirmar que si algo se ha venido haciendo desde antiguo, entonces es que está bien seguir haciéndolo, por ejemplo cuando alguien dice que «matar animales es éticamente correcto porque se ha hecho siempre así». Sin embargo, decir eso es una falacia porque lo éticamente correcto no tiene nada que ver con cuánto tiempo se lleva haciendo algo, sino con el respeto. Matar a humanos también se ha hecho siempre, pero eso no lo convierte en éticamente correcto. Sabemos que algo es éticamente incorrecto cuando no respeta a los demás. Matar a quien quiere seguir viviendo es no respetarle.

Palabras clave: apelación a la tradición, conservadurismo, conservadurismo cultural, costumbre, derechismo conservador, ritual, tradición

Morales y Ética

Mostrar origen de la tradición y su relación con la moral

Generalmente, a las acciones que vienen repitiendo socialmente desde hace mucho tiempo se las conoce como costumbres o tradiciones. Igualmente, la repetición está muy presente en los rituales. Las costumbres y tradiciones, aunque no sean seguidas por todos sus integrantes, dan información sobre el tipo de carácter del grupo cultural que las practica, es decir, sobre su moral. La moral surgió de manera supervivencial como parte de la estructura social y antropológica básica. Las morales han acompañado a los humanos desde que estos tuvieron que convivir como animales sociales.

El origen de la palabra «Ética»

La palabra éthos significa costumbre, hábito, repetición. La palabra êthos posee dos sentidos fundamentales. En un principio la palabra êthos significaba «residencia», «morada», «lugar donde se habita»[1]. Para el poeta Homero (siglo VIII a.C.), êthos era el «lugar habitado por seres humanos y animales». A partir de este significado originario, la palabra êthos fue evolucionando hasta llegar a significar «el lugar interior en el que vive el individuo», es decir, su carácter. Heráclito (535-484 a.C.) dijo que «el carácter del hombre es su destino»(1)[2], y podría hacerse una analogía diciendo que el carácter de un pueblo es su destino. Esta idea de que el mal carácter de un pueblo le llevará a la decadencia enlazaría con las ideas que expone Andrew M. Lobaczewski en su libro «Ponerología política: una ciencia de la naturaleza del mal ajustada a propósitos políticos».[1]

De las palabras griegas éthos y êthos (ἦθος) se llega a la palabra «Ética» (ethikos (ἠθικός), significa «teoría de la vida»).

Platón (427-347 a.C.) dirá «pân êthos díà éthos», que quiere decir: «todo carácter procede de la costumbre, del hábito».[3] Platón atribuye al sofista Protágoras (485-411 a.C.) la defensa del argumento de que la costumbre humana determina lo que es éticamente correcto (Teeteto, 172 A.B.).

Los griegos, mediante el comercio, los viajes y la guerra conocían perfectamente una gran variedad de costumbres.

Finalmente Aristóteles definirá el êthos como «hábito, carácter o modo de ser» que se va incorporando en el ser humano a lo largo de su existencia a través de la costumbre, de la repetición[4]: «La virtud [intelectual] toma su origen e incremento del aprendizaje en su mayor parte, por lo que necesita experiencia y tiempo; la moral, en cambio, se origina a partir de la costumbre, por lo que incluso de la costumbre ha tomado el nombre con una pequeña variación». De ahí la importancia de la educación, así lo explica Aristóteles en «Ética a Nicómaco»[5]: «no es pequeña la diferencia entre habituarse en un sentido o en otro ya desde jóvenes; es de gran importancia o, mejor, de la máxima importancia».

El origen de la palabra «moral»

Las palabras griegas êthos y éthos fueron traducidas por Cicerón (106-43 a.C.) al latín como mos, de lo cual resultará la palabra «moral». En la traducción prevaleció el significado de costumbre o hábito frente al de carácter, por lo que se pasó de un significado en el que prevalecía el carácter moral a otro en el que prevalecían los hábitos y, progresivamente, centrándose cada vez más en reflexionar y juzgar los actos particulares como buenos o malos. En la moral intervienen aquellos juicios que, inspirados por patrones culturales establecidos, generalizan las conductas sociales humanas, en cambio, la Ética (Filosofía moral) es la reflexión racional sobre dichas conductas.[2]

 

Una persona reaccionaria es aquella que es partidaria de conservar los valores políticos, sociales y morales tradicionales, generalmente religiosos, y se opone a reformas o cambios que representan un progreso ético en la sociedad. De manera despectiva, los conservadores suelen llamar «progres» a quienes defienden el progreso ético en la sociedad, es decir, a los progresistas. En el siguiente vídeo podemos ver a conservadores opinando contra el progreso ético, estos se volverán reaccionarios ante cualquier progreso social.

Mataría a mi hermana si ella fuese a trabajar | Jordania

Nuestras tradiciones

1. Algunas personas afirman que «Nuestras tradiciones son éticamente correctas, pero las tradiciones de otras culturas son éticamente incorrectas».

A dicho argumento se le conoce como «apelación a la tradición» y está asociado al conservadurismo (ético-cultural y político), muy asociado con las religiones. La apelación a la tradición (también llamada argumentum ad antiquitatem o «apelación a la práctica común») es una falacia lógica que consiste en afirmar que «si algo se ha venido haciendo desde antiguo, entonces es éticamente correcto y debe seguir haciéndose». Sin embargo, que algo se venga haciendo desde hace mucho tiempo no implica que sea éticamente correcto. Tal y como dice Isaac Bashevis Singer (1902-1991): «La gente dice con frecuencia que los humanos siempre han comido carne, como si ésta fuera una justificación para continuar la práctica. De acuerdo con esta lógica, no deberíamos tratar de evitar que la gente mate a otra gente dado que esto también ha sucedido desde el comienzo de los tiempos». Una tradición no es éticamente correcta porque sí. Podemos saber si una tradición es éticamente incorrecta observando si viola la Regla de Oro de la Ética («A priori, los intereses no deben ser frustrados») y en qué medida la viola.[4]

2. La apelación a la tradición está estrechamente relacionada con la falacia de la naturaleza y ésta a su vez está relacionada con el argumento de apelación a lo natural.

Quienes usan la apelación a la tradición suelen asociar la tradición con lo «normal», lo «normal» con lo «natural»[10], y finalmente asocian lo «natural» con el bien, con lo éticamente correcto y con el deber.[11] Este tipo de razonamiento conservador está muy presente en las religiones y políticamente en el derechismo conservador.

Todas las tradiciones

3. Algunas personas afirman que «TODAS las tradiciones son éticamente correctas».

Algunas veces la «apelación a la tradición» se utiliza para justificar cualquier tradición, defendiendo de esta manera el relativismo ético. Por ejemplo, en un escrito de 1906, William Graham Sumner (1840-1910) apeló al relativismo ético usando el argumento de la tradición: «La forma “correcta” es la forma que emplearon los antepasados y que ha sido transmitida. La tradición es su propia justificación. No se la somete a verificación por la experiencia. La idea de lo correcto está en las costumbres tradicionales, no fuera de ellas ni tiene un origen independiente y que se introduce para probarlas. En las costumbres tradicionales, lo que es, es lo correcto, y así es porque son tradicionales, y de este modo contienen en sí mismas la autoridad de los espíritus ancestrales. Cuando llegamos a las costumbres tradicionales, estamos al final de nuestro análisis». Sin embargo, en otro artículo rebatí el relativismo ético al demostrar que el bien y el mal existen objetivamente.[9] Esto quiere decir que existen tradiciones éticamente correctas y tradiciones éticamente incorrectas, es decir, existen tradiciones que se deben permitir y tradiciones que se deben prohibir.

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